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La Copa de la polémica

Barcelona y Valencia claman ahora contra los arbitrajes y el arzobispo catalán critica la expulsión de Ronaldinho

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Penaltis, expulsiones, críticas desaforadas a los árbitros, a los que incluso se acusa de premeditación, agresión a un linier, recurso a la justicia ordinaria, problemas de calendario, nuevo sistema de competición que favorece a los grandes... El caso es que esta edición de la Copa del Rey comenzó con polémica y sigue en el ojo del huracán a falta de sólo tres capítulos para conocer el campeón.

El Camp Nou despertó ayer golpeado por la actuación de Rodríguez Santiago. Aunque el silencio presidía el coliseo azulgrana, todavía se podían escuchar las gargantas de los cincuenta mil espectadores que clamaron contra la actuación del colegiado vallisoletano.

Todos ellos tuvieron ayer un insólito apoyo. El arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, afirmó que la expulsión de Ronaldinho había sido «exageradamente rigurosa» en unas declaraciones al programa Els Matins de TV3.

Tras reconocer que le gusta el fútbol ya que le sirve de distracción, Sistach consideró que la expulsión del astro brasileño fue crucial. «Es una de las cosas que influyó en la eliminación del Barça», ya que «hemos de tener en cuenta que son 90 minutos y es un jugador menos», explicó.

Escándalos

Mientras el arzobispo se despachaba a gusto en la televisión catalana, la plantilla del Barça tenía descanso. Un día idóneo para atemperar los ánimos y profundizar sobre la vida y milagros de Rodríguez Santiago que arrastra una temporada repleta de escándalos.

Dos en el Camp Nou. El primero en el Joan Gamper, el trofeo veraniego azulgrana, tras pitar dos penaltis en contra del Barça ante la Juventus. Contra el Zaragoza, al margen de la rigurosa expulsión de Ronaldinho, pitó el final del partido treinta segundos antes de concluir el tiempo añadido, lo que no tiene justificación alguna.

El 14 de diciembre del año pasado ya señaló el final del partido entre el Olympique de Marsella y el Dinamo de Bucarest en el mismo momento que los rumanos marcaban un gol que los clasificaba para los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA.

El Madrid tampoco se escapa de las andanzas de este colegiado vallisoletano. El pasado septiembre, durante la visita liguera de los blancos al feudo del Espanyol, Rodríguez Santiago pitó justo antes de que Jarque marcase el tanto blanquiazul, pero al ver el balón en la red de Casillas dio marcha atrás y concedió el tanto.

La revancha

Ahora, los blancos se perfilan como grandes favoritos para conquistar un título que se le resiste desde que, con Benito Floro en el banquillo, ganaron al Zaragoza en Mestalla (2-0). Un equipo maño al que ensalzó ayer Juan Ramón López Caro y que vuelve a cruzarse en el camino del Real Madrid. Curiosamente, la entidad presidida por Florentino Pérez vive seca de títulos desde que perdió ante el Zaragoza la emocionante final de Montjuic en 2004, decidida con un gol de Galletti en la prórroga (3-2).

Más duras aún resultan las críticas de los valencianistas, quienes llegaron a acusar al colegiado madrileño Megía Dávila de actuar con «premeditación» en la reanudación del choque de cuartos ante el Deportivo. «Me siento estafado. Nos han hecho pagar el monedazo a nosotros. Daba la impresión de que a la mínima oportunidad nos iba a perjudicar y así fue», afirmó el capitán Albelda. Aunque desde hace años las recusaciones a los árbitros pasaron a mejor vida, Quique Sánchez Flores, técnico del Valencia, resucita el debate. Solicitó que el vizcaíno Iturralde González, quien indicó en la ida el penalti por agarrón a Capdevilla, y Megía Dávila, que vio en el vacío Mestalla el empujón de Albelda a Senel pero en el otro área un agarrón de Coloccini a Navarro, no vuelvan a dirigir a los valencianos. «Hicimos todo lo que estaba en nuestra mano para pasar, pero no nos dejaron. Tenemos la sensación de quien llega a casa, se encuentra sin nada, pero ve que ya se han ido», espetó, tras el partido, el entrenador madrileño.

Contrastes

Una indignación ché que contrasta con la felicidad de los deportivistas, que días antes habían recurrido a la Audiencia Nacional para pedir la suspensión cautelar del partido. También reclamaron a los comités deportivos que dieran por perdida al Valencia la eliminatoria en los despachos. Ahora, el presidente Augusto César Lendoiro confía en que la Federación atienda su petición para que Riazor acoja la final en el centenario del Deportivo, que medirá sus fuerzas en semifinales al Espanyol.

Esta eliminatoria queda marcada por los problemas de calendario, condicionado desde la base por la Copa del Mundo y complicado después por la epidemia de gastroenteritis en la plantilla del Atlético, antes de jugar la ida de octavos contra el Zaragoza, y la suspensión del Valencia-Deportivo por el monedazo a un juez de línea.

No hay impedimento para que el miércoles próximo se dispute la ida de semifinales en Montjuic, pero la fecha de la vuelta está en el aire. Habrá que esperar a que los catalanes sean eliminados de la Copa de la UEFA, o bien hacer coincidir el duelo copero con el amistoso que la selección española jugará contra Costa de Marfil, el 1 de marzo en Valladolid.