EL PLUMAZO

aquí que vemo venío a escuchá argó

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Será porque yo fui educado en un colegio de curas, pero jamás me he colado en fiesta ajena sin que me inviten o, al menos, sin avisar. Pero hay mucha gente que sí lo hace y, créanme, es un incordio porque, por lo general, la gente que se cuela en fiesta ajena sin avisar o sin ser invitado, suele tener la inoportuna habilidad de pillar al anfitrión en la ducha, y quiere probar el pastel cuando aún está gratinando. Y claro, si les dices que pasen, corres el riesgo de que se vayan diciendo que «esa fiesta no vale ná, porque el anfitrión huele a adobo y la tarta está cambemba»; y si les haces ver que aún no pueden entrar porque la fiesta no empieza hasta dentro de una semana, entonces es muy probable que se vayan diciendo que «esa fiesta no vale ná porque el anfitrión es un cabrón y s'ha creío que su tarta es la única». Total, que si se hace una fiesta para la gente, puede que, por culpa de esa misma gente, el anfitrión quede o de guarro o de cabrón, y que prueben su tarta sin que esté hecha, o que ya ni la prueben cuando lo esté.

Y ésta, mis queridos aficionados al carnaval, es la jodida tesitura en la que nos debatimos durante estos días los anfitriones y los pasteleros. Dicen los 'buenos' aficionados que lo que más les gusta es disfrutar de un ensayo. Pero cuando se cuelan en un ensayo por la cara, los únicos que disfrutan del ensayo son ellos; los demás no. Y esos, a mi entender, son aficionados, sin duda. Pero no son 'buenos'. Por eso, aprovecho esta oportunidad que me brinda LA VOZ para decirle a los buenos aficionados de verdad, que ya tenemos las mismas ganas de cantarles que ellos de oírnos y que mañana, o pasado a lo más tardar, los avisamos, que estamos ultimando cuatro detalles. Y mientras, quienes no soporten el mono, pueden, por ejemplo, sintonizar la COPE que, con Jiménez Losantos, lo mismo se te retuerce el vello que te descojonas. Y ahora que me digan patoso.