Pleitos tengas

Hay vaticinios que no se cumplen, por ejemplo, mu-cha gente estaba convencida de que, en vista de la temible peste aviar, este año no se iba a celebrar la misa del gallo. No ha sido así. Todo ha transcurrido como siempre, con esa monotonía que tanto fortalece las tradiciones, que son lo único que reciben en concepto de herencia la mayoría de las personas.

Entre las nuestras figura el buen funcionamiento del reloj de la Puerta del Sol y el muy mejorable de la Justicia. El 75 por ciento de los compatriotas que se han dignado a contestar una encuesta confiesa que prefiere no pisar un juzgado aunque tenga un problema legal. Pleitos tengas y los ganes. Es una especie de maldición que revela que en multitud de casos no compensan ni los en-gorros, ni las esperas.

Cinco lustros de historia de la Justicia democrática ofrecen la desolada conclusión de que casi la mitad de los españoles opina que los tribunales funcionan mal o muy mal. Ya sabemos que toda justicia, incluso la que se escribe con minúscula, es de linaje divino.

Eso de darle a cada cual lo que le corresponde es una tarea dificilísima. Exige virtudes infrecuentes. Ya nuestro Jovellanos decía que el magistrado que no es un héroe no es tampoco un hombre de bien. Lo cierto es que en la valoración de los ciudadanos sobre las instituciones la Justicia está en la cola.

¿Recuerdan el caso del chico de 16 años que mató a sus padres y a su hermana con un sable japonés? Se hizo bruscamente célebre y era conocido como el asesino de la catana.

Pues bien, eso pasó hace cinco años y el muchacho ya está en la calle, en libertad vigilada, pero en admirable disposición de pegarle una estocada en las agujas a cualquiera. Incluso al reloj de la Puerta del Sol.