La Policía gay

En Sevilla ha desfilado un agente uniformado porque nadie se ha atrevido a prohibírselo

Alberto García Reyes

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No se puede participar en una manifestación con el uniforme de la Policía. Punto. Porque la Policía no opina nada, ni defiende nada, ni critica nada. La Policía simplemente vela por el cumplimiento de las leyes y sirve a los ciudadanos para proporcionarles seguridad. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha prohibido en Madrid que varios agentes desfilaran en la marcha del Orgullo Gay uniformados, algo que sí hizo un policía local de Sevilla unos días antes. Alguien en el Ayuntamiento se asustó y le dio permiso para usar el nombre de una institución que por definición tiene que ser neutral en una reivindicación de índole personal. ¿Por qué ocurrió esto? Por complejo. ¿Le habría dado permiso el Ayuntamiento a un policía para que participara en una protesta antitaurina con el uniforme? ¿Se lo habría dado para que pidiera firmas de apoyo a la prisión permanente revisable? No. De hecho, los agentes que se han concentrado en todas las ciudades de España en los últimos meses para reclamar la equiparación salarial han tenido que hacerlo vestidos de paisano. Porque el uniforme no es suyo, sino de todos nosotros. Pero hay algunos temas en los que los políticos se acobardan porque ellos mismos han puesto el listón de la presión social por las alcantarillas. Y si no permites a un agente salir en la marcha gay con el uniforme, te arriesgas a que te acusen de homófobo, aunque para evitarlo tengas que saltarte las normas.

En los asuntos de la homosexualidad y el feminismo todos se la cogen con papel de fumar. Si le dices guapa a una mujer eres un machista, pero si le magreas las gónadas a un reportero en directo mientras le dices que está muy bueno, como hizo en su día Mercedes Milá, eres una feminista libre y moderna. Si te dan una paliza en un bar de Alsasua por ser Guardia Civil eres un provocador, pero si te pones el uniforme para llevar la pancarta de los derechos de la comunidad LGTBI, entonces eres un valiente. Porque los populismos han instalado en la sociedad civil su reglamento ideológico: está permitido todo aquello que coincida con mis ideas y se prohíbe todo lo que se aparte de ellas. Llamar guapa a una periodista durante una retransmisión puede no ser muy exquisito, pero tampoco es una agresión. Sin embargo, cogerle los testículos al que te está entrevistando es una reacción soez y maleducada, una falta de respeto y una invasión del espacio del otro. Por lo tanto, ese debate se resuelve aplicando unos principios que cada vez están más obsoleto: la educación y la sensatez.

Este es el detalle que quizás le faltó al policía local de Sevilla que participó en el Orgullo Gay con el uniforme. El permiso se lo dio otra Policía, la de lo Políticamente Correcto, que no persigue a quienes se saltan las normas, sino a quines piensan distinto. Y Grande-Marlaska, que es homosexual, ha tenido que venir a aplicar un poco de sentido común. Pero aquí cabe otra pregunta: ¿qué habría ocurrido si esa decisión la hubiera tomado su antecesor, Juan Ignacio Zoido? ¿Se entendería la diferencia obvia entre un policía y la Policía o se le habría acusado de facha? ¿Respondo?

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