LA TRIBU

Otros himnos

No quiero el himno del chiste que nos degrada, ni de la picaresca laboral que nos hunde

Bandera andaluza colgada del Metrosol Parasol KAKO RANGEL
Antonio García Barbeito

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El oficial me lo sé de memoria, suena bonito, llega, se nos ha hecho nuestro en cuantas interpretaciones han hecho, pero hay que buscar otros himnos que ni suenan con tantos instrumentos ni los reconocen como verdaderos, diarios, tan andaluces como el oficial. Quiero escuchar el himno de la cultura, pero no de lo que a veces nos venden como tal, sino de la cultura asentada en los siglos, en la gente, en el alma del pueblo. No quiero que suene, que siga sonando, el himno de la mentira de cartón piedra, el himno de los tópicos vendidos a precio de oro, el himno de la baratija folclórica que nos imponen como si fuera el alma popular que pregonaba la voz de Manuel Machado, el alma popular que se fundía con el corazón, y no esta pobreza aproximadamente cantada que nos muestran como señas de identidad andaluzas. No quiero que suene el himno de quienes a costa de Andalucía se lo están llevando con un descaro absoluto, mientras en los escaparates de su pobreza anuncian que venden la verdad de nuestra tierra. Que suenen otros himnos, que los hay.

Himnos de jóvenes preparados, luchadores, que no encuentran la justa salida que merecen sus esfuerzos; el himno de trabajadores que ven cómo, un día y otro, su experiencia no vale nada porque esa experiencia se la dio la edad, y son viejos para quienes necesitan un sacrificio de valiosísimos trabajadores y —sépanlo los jóvenes— mal pagar a jóvenes sobrados de impericia, con tal de rebajar costes y que la producción sea cuantitativamente la misma, aunque cualitativamente sea una pena. Quiero que suene el himno de la cimentación de la cultura, pero no de cimientos rellenos de cartones sino de hormigón; y quiero que lo que se despache en publicaciones, escenas, cine, programas de televisión, radio, todo, sea en verdad producto de un esfuerzo en las cosas que de verdad valen. No quiero el himno del chiste que nos degrada, ni de la picaresca laboral que nos hunde, ni de malabarismos empresariales encaminados sólo a engordar su hacienda… Quiero que suene el himno de los artistas que en verdad lo son —poetas, músicos, escultores, pintores…—, y el de los emprendedores, y el de la enseñanza, y el de la justicia, y el de los valores sólidos, y el de las igualdades, y el de los profesionales excepcionales —médicos, maestros, artesanos, profesores, obreros, gente de la industria y del campo…—, y el de la gente de paz y de esperanza, de solidaridad y de alegría. Por encima del himno oficial, con él, los himnos vivos de una Andalucía que necesita vida, reconocimiento, luz, camino… Que suenen todos los himnos —los himnos ciertos— de nuestra Andalucía.

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