TRAMPANTOJOS

Luces para una nueva época

Extraña paradoja: llega un otoño enrarecido donde se debate el cambio de las horas y el color de las luces

"Una luz led blanquísima, impoluta y de eficiencia enérgica alumbra nuestro siglo" JUAN PIEDRA
Eva Díaz Pérez

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El mundo se derrumba y nosotros hablamos de horas y luces... Qué alivio pensar en cosas banales cuando un aire como de tormenta eléctrica amenaza el otoño. Queremos volver viscoso el mecanismo de los relojes y que no sirva para despertar en la madrugada. Discutir el absurdo cambio horario, parar el tiempo, detener las horas.

Sí, quizás nos gustaría parar el tiempo y argumentar si será mejor adelantar o retrasar el reloj de la vida. Da igual, la vida sigue adelante, avanzando vertiginosa y despiadada, sin atender la charla vacía de todos los septiembres.

Hablamos del cambio de horario y también de cómo se va a transformar la luz de nuestra época. Parece otra más de las ocurrencias frívolas de este tiempo lento y perezoso de final del verano:adiós a las bombillas halógenas y bienvenido el imperio de las luces led. Ya no habrá bombillas antiguas, ese color de nuestra vida pasará a formar parte de la iluminación de las películas de época y de las salas del Museo de Artes y Costumbres Populares.

Y esta ciudad, tan pegada al pasado, ¿se ha acostumbrado ya a las nuevas luces? Atrás quedaron las lámparas de vapor de sodio que daban un color ambarino a las calles, un matiz de otros siglos. Una Sevilla para que la describieran los Machado, Cernuda y Murube. ¿Quién la narrará ahora?

Una luz led blanquísima, impoluta y de eficiencia enérgica alumbra nuestro siglo. Este siglo en el que avanzamos en medio de las oscuridades. Qué paradoja. Más lleno de luz aunque paseemos por una caverna platónica en la que la irrealidad virtual se proyecta en sus paredes.

Y Sevilla, tan lenta a acostumbrarse a las cosas nuevas y, al mismo tiempo, tan snob y tan boba con las modas, ¿tardará en acostumbrarse a la luz blanca, a las metáforas de la luz blanca con reflectores catadióptricos?

¿Cómo alumbrar las hermosas penumbras y los contraluces barrocos? ¿La luz led subrayará el perfil de las piedras antiguas? Y, ahora que el mundo se derrumba y entramos en un otoño como de fin del mundo o al menos de fin de una época, recordamos el color que tenía la ciudad antigua con sus velones de ánimas, los candiles de aceite en los que bebían las lechuzas de Machado, los aposentos del pasado que olían a esperma de ballena y las farolas de gas de luces azulencas que tenía la Sevilla «moderna» del XIX. Y pensamos en qué fue de los faroleros y su liturgia demorada de las horas antes de que cambiara el horario de los atardeceres. Y empezara esto que llamamos futuro.

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