OPINIÓN

La pausa

Ansiedad, insomnio y problemas de salud se han convertido en compañeros habituales en nuestra existencia

Será cuestión de la edad pero creo habitar en un mundo donde las agujas del reloj parecen girar cada vez más rápido, donde las obligaciones se acumulan en una interminable lista de tareas y donde es fácil perderse en el torbellino de exigencias de la ... vida que nos ha tocado vivir. Porque, ¿quién de los aquí presentes no siente o ha sentido que los días pasan demasiado rápido? Ya es sábado y en nada y menos comenzaremos una nueva semana sin haber cerrado los temas que teníamos entre manos siete días antes. Nos encontramos atrapados en un ciclo incesante de prisas, compromisos y necesidades cotidianas que nos dejan sin aliento. O eso me cuentan…

Es posible que muchas veces no nos demos cuenta de la velocidad a la que vamos hasta que nos detenemos y reflexionamos sobre ello, en el mejor de los casos, porque en el peor es una desgracia la que nos hace echar el freno de mano. Sea cual fuere el motivo, es en esos momentos de pausa cuando nos damos cuenta de que necesitamos vivir con más calma, hacer un paréntesis en nuestro día a día sin que ello sean una losa en nuestra conciencia.

Porque no debemos olvidar que este estilo de vida tiene un precio. La lista es conocida. Ansiedad, insomnio y problemas de salud se han convertido en compañeros habituales en nuestra existencia. Nuestro cuerpo y mente sufre las consecuencias del ritmo al que estamos sometidos. Nos sentimos agotados, drenados de energía y, sin embargo, seguimos adelante, empujados por la inercia de una sociedad que nos exige estar siempre en movimiento.

Y aquí va mi siguiente reflexión, ¿es este ritmo de vida realmente impuesto o es una elección que hacemos inconscientemente? Es fácil culpar a las circunstancias externas, a las demandas laborales o a las expectativas sociales. Sin embargo, en muchos casos, somos nosotros mismos quienes perpetuamos este ciclo, atrapados en la creencia de que la productividad y el éxito se miden por la cantidad de actividades que podemos empaquetar en un día, por las batallas que vamos a contar a nuestros amigos o por ser los más cumplidos con el grupo 'x' y la familia.

Quizás es hora de reflexionar sobre la importancia de tomarnos un respiro, de hacer un paréntesis en nuestro día a día. No se trata de abandonar nuestras responsabilidades, sino de encontrar momentos de calma en medio del caos, de permitirnos un espacio para respirar y reconectar con nosotros mismos.

Hacer esa pausa no debería ser motivo de culpa o vergüenza. No es un lujo reservado para unos pocos privilegiados, sino una necesidad fundamental para nuestro bienestar. Puede ser tan simple como dedicar unos minutos cada día a la meditación, dar un paseo tranquilo en la naturaleza o disfrutar de una conversación significativa con un ser querido. Estos momentos de calma nos permiten recargar nuestras baterías emocionales y enfrentar los desafíos de la vida con mayor claridad y resiliencia. ¿Les ha gustado el momento yogui?

Estoy con ustedes en que suena manido y algo cursi incluso para mi pero al adoptar un enfoque más pausado podemos redescubrir la alegría en las pequeñas cosas que a menudo pasamos por alto en nuestra prisa constante. Podemos saborear una taza de café sin prisas, apreciar la belleza de un atardecer o simplemente estar presentes en el momento, sin la presión de lo que vendrá después.

Y con esto con no quiero decir que debamos renunciar a nuestras ambiciones o a vivir una vida de ocio constante. Quien lo quiera así, adelante. Se trata de encontrar un equilibrio, de reconocer que el bienestar y la felicidad no se encuentran en la cantidad de logros que acumulamos, sino en la calidad de los momentos que experimentamos.

Así que, la próxima vez que se sienta abrumado por el ritmo frenético, recuerde que tiene el poder de parar. De decir que no. Al hacerlo, no solo mejorará su propia vida, sino que también, tal vez, haga que otros se cuestionen el estilo de vida imperante y busquen otros caminos más tranquilos para recorrer lo que nos queda.

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