OPINIÓN

El Triciclo de Julen

Tras la caída del menor por el estrecho pozo de más de 100 metros se ha desatado una oleada de ayuda por todo el país

El triciclo del pequeño Julen espera ansioso y quieto a las puertas de su casa a la llegada del menor para llevarlo por las calles de El Palo, el barrio de este menor que en estos días tiene con el corazón en un puño a toda España. Su triciclo es el símbolo de una espera angustiosa que días tras día que pasa nos angustia más y nos hace vivir pendiente de lo que está ocurriendo en Totalán.

Tras la caída del menor por el estrecho pozo de más de 100 metros se ha desatado una oleada de ayuda por todo el país. Desde los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que por su trabajo deben de estar ahí hasta las empresas que han puesto a disposición sus instrumentales para poder llevar a cabo el rescate, pasando por el cuerpo de mineros especializados en el rescate de personas atrapadas se han volcado en el dificultoso trabajo de tener que sacar a Julen del angosto agujero en el que se ha caído.

Por otro lado, en el día de ayer, en el que estos mineros tenían que meterse en el túnel paralelo a donde está Julen y que para la mayoría de nosotros sería una angustiosa labor por la estreches del mismo, se recibía casi con alfombra roja a Cristiano Ronaldo en los Juzgados de Madrid. Cientos de periodistas y aficionados esperaban a las puertas de los mismos para hacerle una foto, recibir un comentario o tener un autógrafo del jugador luso. ¿La razón por la que acudía al Juzgado? Por una denuncia por delito fiscal. El que antaño fuera la estrella merengue tenía que vérsela con un juez por haber defraudado a la Hacienda pública española entre los años 2011 y 2014. Todo se zanjó con una pena de prisión de 23 meses, lo justo para que el Juez pueda suspender su entrada en prisión conforme el Código penal, y una multa de más de dieciocho millones de euros. Una vez escuchada la sentencia ‘in voce’, vuelta a hacer el paseíllo y a montarse en su coche, no sin antes firmar alguna camiseta, y vuelta a su mansión de Italia.

Me parece que en este país tenemos un poco los conceptos cambiados de quienes son los verdaderos héroes, y que no todos llevan capa ni juegan al fútbol. Confundimos en muchas ocasiones a esos que salen a un campo a darle patadas a un balón con los verdaderos héroes. Algunos, como en el caso de estos mineros, se juegan su propia vida por ayudar a los demás y llevan casco y pico para hacer todo lo posible para salvar al pequeño Julen, o a cualquier compañero minero que por desgracia se queden atrapados en una mina.

Ojalá que, después de este esfuerzo titánico de tantas personas, muy pronto el triciclo de Julen este correteando de nuevo.

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