EL APUNTE

El síntoma del transporte público

El deterioro del parque móvil de autobuses urbanos de Cádiz conforma la mejor prueba de la incapacidad del Gobierno local para la gestión

El alcalde de Cádiz comprueba, cinco años después de su debut, que la realidad es mucho más complicada que los megáfonos, que las protestas y los juanillos, que las manifestaciones y las promesas. Durante su breve camino previo a la llegada a la Alcaldía, hace ya más de un lustro, uno de los mensajes más repetidos por el entonces candidato fue el de la «remunicipalización». José María González utilizó esa complicada y confusa palabra, una y otra vez, para anunciar que rescataría los principales servicios públicos, concertados con empresas privadas, para que fuera el Gobierno local el que los controlase y para crear empleo entre los gaditanos. Cuando hablaba de esos servicios ser refería nada menos que a los más importantes de los que controla un ayuntamiento: limpieza y transportes, especialmente.

Todavía no se ha cumplido medio año de su reelección como alcalde de Cádiz y ya ha vuelto a renunciar a las dos. Una de las renuncias fue achacada a dificultades técnicas, legales y administrativas. Que no podía ser pero, cuando pueda ser, será. Es decir, nada. Porque si los servicios tan complejos y caros se conceden a empresas especializadas es porque tienen dotación de personal y material para garantizar a los usuarios seguridad y cierta calidad. Si fuera tan fácil, ya lo habrían hecho antes otros. Si fuera más barato, si diera más empleo, ya se habría hecho. El adanismo habitual de Podemos o Adelante, o como se quieran llamar ahora.

Ni el servicio de autobuses, deteriorado y envejecido, ni la limpieza pueden ser municipalizadas. Los ciudadanos se conformarían con que fueran fiscalizadas, controladas, mejorada. En el principal salón del Ayuntamiento de San Juan de Dios se volverán a oír mil justificaciones y excusas. Todo será un complot judeomasónico de la oposición y los medios de comunicación, pero la cháchara diaria del equipo de Gobierno se resumirá, una vez más, en una sola realidad: no saben, no quieren o no pueden. O todo a la vez.

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