OPINIÓN

Personas de segunda

De haber nacido en Senegal, usted también trataría de llegar a Europa en patera

Ignacio Moreno

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Si usted hubiese nacido hace 30 años en Senegal, por ejemplo, no le quepa la menor duda de que lo haría. Emprendería viaje a pie por Mauritania, atravesaría el desierto del Sahara y trataría de alcanzar la costa de Marruecos para embarcar en una patera con la esperanza de ganarle la batalla al mar y llegar a Europa. Lo haría, como lo hacen a diario cientos de personas iguales que usted. Personas con dos piernas, dos brazos, la piel más oscura y el mismo deseo que el de cualquier ser humano: prosperar. Tener una vida mejor y no resignarse a lo que la suerte –la mala suerte– le ha deparado: la desgracia de nacer en el Tercer Mundo. Se enfrentaría a toda clase de peligros y es posible que perdiera la vida en el intento. Pero aún así lo haría . Lo intentaría con todas sus ganas.

Y si lo consiguiera, le importarían muy poco las guerras políticas entre los países de esa Europa soñada. Ni se enteraría de que existe un cupo de acogida de inmigrantes que casi ningún país cumple, o que en Italia la extrema derecha se hace cada día más fuerte. Ignoraría que el nuevo Gobierno de España, en su afán de mandar mensajes de cara a la galería, ha decidido acoger uno de los cientos de barcos que pululan por el Mediterráneo cargados de sueños y desesperanzas. A usted, las pancartas de los ayuntamientos podemitas con lemas en inglés sobre los refugiados se la traerían al pairo. Toda la política mundial le importaría un pimiento. Porque si usted lograse alcanzar la costa de Cádiz o de Málaga después de superar un calvario, sólo tendría una preocupación: ganarse un sustento para poder vivir.

Y si tuviese la inmensa fortuna de conseguirlo y un minuto para analizar toda esta triste historia, se daría cuenta de que este drama no se arregla con parches. Ni con cupos de refugiados, ni con gestos populistas, ni con pancartitas. Sabría que este problema no tiene solución. Al menos no mientras los países desarrollados sigan siendo tan egoistas como lo han sido a lo largo de toda la historia. Este gran drama de la humanidad no se arreglará nunca porque ninguna potencia mundial quiere liderar la que sería la única solución posible: la actuación en el origen. Y no a base de caridad, sino convenciendo al resto de países para que destinen una parte importante de su PIB al desarrollo de los países más desfavorecidos. A la educación, a la industrialización, a acabar con las guerras. Y como eso no va a ocurrir, usted seguiría a lo suyo. Que no sería otra cosa que vivir el día a día. Y mientras, los políticos seguirían acogiendo a una parte ínfima de personas en Valencia para hacerse la foto mientras en Cádiz, por ejemplo, los abandonan a su suerte por falta de medios para atenderles. Un bocadillo, un jersey y a la calle. Que en esta Europa de mierda hay hasta inmigrantes de primera e inmigrantes de segunda.

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