OPINIÓN

El oratorio pendiente

La ciudad no logra poner en su lugar uno de sus mayores espacios históricos

La Voz de Cádiz

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La ciudad de Cádiz parece tener una deuda con el Oratorio de San Felipe Neri que no puede saldar. Ni la ocasión del Bicentenario de 2012 alcanzó para hacer justicia con un enclave histórico que nunca parece encontrar su sitio de honor en la vida de una ciudad a la que le cuesta sacar brillo a sus símbolos. Los representantes de la ciudadanía, encarnados en los parlamentarios, retomaron el protagonismo la pasada semana en un acto consagrado al sagrado diálogo público. Hoy son los embajadores de América en España, junto a la presidenta del Congreso, los que toman el relevo para convertir un espacio consagrado en templo de la sociedad civil, en el sitio que se merece. La conmemoración del 40 aniversario de la Constitución de 1978 es la nueva excusa para recuperar el espacio, el gran lugar, el Oratorio de San Felipe, siempre pendiente de reivindicación en la ciudad. Pero más allá de los actos esporádicos, señalados y necesarios en los que presiden los Reyes de España o la presidenta del Senado o el máximo representante del Gobierno o de la Junta, es necesario que sean la sociedad civil, el público, los turistas culturales los que disfruten de la rica y larga vida del Oratorio. Las administraciones siempre recuerdan que el pueblo fue una pieza clave para sacar adelante cada Carta Magna, la de 1978 como la de 1812. Han llegado a convocar juramentos como los de hace dos siglos, cuando cientos de vecinos prometían fidelidad a un documento que les abría las puertas de la libertad y les otorgaba derechos y deberes. Sin llegar a tanto simbolismo, la simple visita debería servir para reunir y conjugar en el mismo sitio a la clase política y a la sociedad civil, dos caras de una misma realidad. Es decir, representantes institucionales y gente anónima deberían relevarse para dar vida a un lugar sobrado de pasado y necesitado de presente. Los grandes actos institucionales, los debates públicos, son un lujo que deben coronar una programación más amplia y constante. Es llamativo el gran número de gaditanos que no ha estado nunca en uno de los lugares más trascendentes de los 27 siglos de historia documentada de Cádiz, el Oratorio. También resulta inexplicable que, pese a sus momentos contados de proyección internacional y nacional, no sea destino imprescindible para los miles de visitantes que pasan por el casco antiguo gaditano a diario.

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