JULIO MALO DE MOLINA - OPINIÓN

Náutica navega de nuevo

Mucho se ha hablado esta semana de un edificio que nació para la mar y representa mejor que ningún otro la vocación marinera de Cádiz

JULIO MALO DE MOLINA
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Mucho se ha hablado esta semana de un edificio que nació para la mar y representa mejor que ningún otro la vocación marinera de Cádiz. Hablo nuevamente de la Escuela Oficial de Náutica y de Formación Náutico-Pesquera, proyectada por los arquitectos López Zanón y Laorga e inaugurada el 17 de abril de 1968, como centro docente y residencia para futuros navegantes. Supone una ampliación y remodelación de otro edificio construido en la época de la República también en estilo racionalista. La inteligente disposición de la sala de estudios similar al puente de mando y navegación de un buque y el elevado mástil situado en el atrio abierto de acceso, refuerzan la imagen naval de la pieza, precisamente ubicada en La Caleta, puerto primigenio de la ciudad en tiempos durante los cuales fue centro de todas las rutas.

Su travesía da comienzo el curso 1968-69 con 400 alumnos y navega hasta que a principio de este siglo la Universidad de Cádiz decide trasladar los alumnos a un desafortunado edificio en el campus del Río San Pedro. A su vez en 2008 un análisis técnico a mi juicio equivocado, tal vez interesadamente, dictamina la ruina física de la anterior escuela de La Caleta, y la Junta de Andalucía convoca un concurso de proyectos que plantea la necesidad de demoler totalmente el edificio. Resulta paradójico que otra dependencia de la misma Administración y por ese mismo momento incluyó la hermosa pieza entre los bienes destacados del Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea.

Tras una intervención del Colegio de Arquitectos se produjo una nueva convocatoria, la cual permitía a los concursantes decidir las partes del edificio que se podrían conservar, eliminando la exigencia de la demolición total. Finalmente el concurso se celebró y se adjudicó el trabajo al arquitecto Gerardo Ayala quien propuso la demolición completa con posterior reposición de las fachadas. Yo formaba entonces parte de la Comisión Municipal de Patrimonio y me opuse a una solución que degrada los elementos arquitectónicos a mera escenografía. Creo en la belleza como consecuencia de la verdad, y no entiendo una construcción cuya fachada no sea coherente con el conjunto, menos aún si ni siquiera se trata del vestigio de algo que existió y se arruinó parcialmente, sino de la recreación de parte de un edificio totalmente destruido. Un proyecto así me perece impostura que no entiende ni la pieza, ni a las personas que la usan, y mucho menos a la ciudad de la cual forma parte relevante. El asunto quedó suspendido, no tanto por un desacuerdo que podría haberse debatido y resuelto, sino porque la propia Junta de Andalucía como en tantos otros casos detuvo la inversión.

La polémica que se inicia en 2008 en torno a esta nave cubierta con chapas de caliza que se conservan razonablemente a pesar del abandono, ha producido muchas reflexiones, entre las cuales destaca un primoroso libro que recoge los trabajos de Ricardo Sánchez Lampreave y sus alumnos de la Escuela de Arquitectura de Alcalá. Las nuevas políticas municipales y una mejor disposición al respecto de la Junta permiten que podamos soñar que Náutica despliega banderolas y grímpolas de nuevo hacía los extensos roquedales de La Caleta, donde la mar acaricia restos de ciudades sorprendentes, como ese Circo romano localizado entre las piedras que soportan el Camino del Arrecife, entre la Puerta de La Caleta y el conjunto que configuran San Sebastián y Santa Isabel. Qué mejor lugar para formar pilotos de altura.

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