OPINIÓN

Los males de la Semana Santa (II): La Intolerancia

A algunas personas al oír hablar de términos como nazarenos, papeleta de sitio, tramos, diputado de tramo, etc les suele entrar un sarpullido por el cuerpo

Decía un antiguo documento de 1875 de la Hermandad de Jesús Nazareno de Cádiz de tal manera: «La Procesión saldrá a las dos en punto de la madrugada con el orden y carrera que sigue. El Estandarte de la Hermandad, acompañado de un CUERPO DE NAZARENOS y de Vocinas [sic], precederá al paso de la mujer [sic] Verónica, dirijido [sic] por dos oficiales de la Cofradía». Y hasta en dos ocasiones más venia a referirse al cuerpo de nazarenos para indicar a los hermanos que salían acompañando a sus Titulares para hacer estación de penitencia.

Por otro lado, en 1947 la Hermandad del Medinaceli de Cádiz a los hermanos que iban a salir acompañando a sus Titulares les daba un documento en el que bajo el epígrafe de ‘Papeleta de sitio’ indicaba el nombre de la persona que iba a hacer la estación de penitencia. En otro caso, echando mano de la hemeroteca, se puede comprobar algún que otro itinerario de Cádiz en el que como pie de una foto en blanco y negro de Movellán puede leerse literalmente «Bajo el sol potente del Domingo de Ramos camino de la Santa Iglesia Catedral avanzan los nazarenos del Stmo. Cristo de la Expiración». Incluso, hasta los años 80, lo que hoy conocemos como ‘vocales’ de Junta de Gobierno se denominaban ‘consiliarios’, término este que fue mandado al ostracismo por una determinada persona al sonarle demasiado al vocabulario que se usa en Sevilla.

Actualmente, a algunas personas al oír hablar de términos como nazarenos, papeleta de sitio, tramos, diputado de tramo, etc les suele entrar un sarpullido por el cuerpo, entran en trance y echan espuma por la boca al considerarlos términos prohibidos para el buen gaditano, para aquel que usa el termino de penitente, control de salida, sección o hermano varilla. Y es que estos, al igual que ocurre con el carnaval, son los únicos capacitados por ellos mismo, lógicamente, para otorgar el certificado de buen gaditano en Semana Santa. Sin embargo, estos mismo ‘puristas’ del vocabulario cofrade gaditano son los que después babean por nuestras calles ante un palio de corte sevillano, que son los que hay en Cádiz, el cual cobija a una Dolorosa vestida según los cánones de vestidores sevillanos, viéndolo girar una esquina de forma lenta y despacito mientras suena ‘Caridad del Guadalquivir’ o ‘Soleá, dame la mano’. Y es que la incongruencia del ‘gadita’ ultraconservador muchas veces roza lo ridículo o lo esperpéntico.

Hoy en día algunos pretende seguir con debates estériles e inútiles en torno a cómo debemos de llamar a las cosas en nuestra tierra, sin que aún hayan llegado a la conclusión de que cada cual es libre de llamar a las cosas como le plazca. Habrá quien quiera hablar de penitente y quien hable de nazareno, quien diga sección o quien diga tramo y no por eso nadie es quien para imponer su criterio a la hora de establecer un vocabulario único.

Ese es otro de los grandes males que en la actualidad padece nuestra Semana mayor, la intolerancia. Normalmente, este intolerante autóctono suele ser ‘gadita’ al cien por cien y no ve más allá del que es su propio criterio, queriendo imponérselo a todo el mundo y mandando a la hoguera, cuales brujas de Salem, a todo aquel que no comulgue con sus principios puristas de cómo se deben de llamar a las cosas en las Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad.

En fin, ahí ‘queó’…

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