Paga por playa

En Italia existen licencias de explotación sobre prácticamente la mitad de las playas a lo largo de sus casi ocho mil kilómetros de costa

En Italia, país al que no deben darse lecciones sobre Turismo, existen licencias de explotación sobre prácticamente la mitad de las playas a lo largo de sus casi ocho mil kilómetros de costa (los mismos que tenemos en España). Y no se trata solo de ... los muchos negocios privados con zona de hamacas, sombrillas y sofás chill-out colmatando el arenal. Se trata, además, de concesiones administrativas sobre la pura gestión de la playa. Muchos ayuntamientos dan concesiones a empresas para que se hagan cargo de los servicios de limpieza, restauración, duchas, vigilancia, tumbonas… Y estas empresas cobran al usuario: no solo por el uso de los servicios, sino por el hecho de poner un pie en esa playa.

A cambio, además, el usuario encuentra un lugar tranquilo y limpio. Unos servicios de calidad y una estancia sin sobresaltos ni episodios desagradables. Algo muy parecido a lo que buscamos aquí cuando reservamos mesa en un chiringuito y pasamos la tarde en una hamaca disfrutando de la música, el ambiente y lo mejor de la mejor cara que nuestra única industria puede ofrecer. Y a todos nos gusta la idea.

En la semana pasada se escandalizaron muchos cuando el representante de Horeca sugirió que se reservara un pequeño número de plazas en cada playa para los hoteles y sus clientes , turistas que deciden venir a gastarse aquí su dinero. Y que eligen Cádiz, en verano, por nuestra magnífica playa y todo lo que ella ofrece. Porque, no nos engañemos, no tenemos más: no hay actividad cultural relevante ni oferta alternativa de ocio familiar; y todo lo que identifica a nuestra ciudad gira, en verano, en torno a la playa. Y de día, porque convendrán conmigo que la Noche Gaditana ha tiempo que pasó a mejor vida.

Así las cosas, no parece en absoluto descabellada la propuesta. No se ha mencionado una parcelación segregada, sino un simple acceso limitado y controlado a la playa en caso de cierre por saturación, en esta maldita anormalidad. En definitiva, se trata de facilitar la vida a quien ha decidido apostar por Cádiz en lugar de alojarse en un magnífico hotel de La Barrosa, Zahara o Tarifa y disfrutar de sus impresionantes playas sin las incomodidades que se nos han impuesto. Lo contrario -el planteamiento cerril de los de siempre- supondría, quizás, que muchos decidan cambiar de carretera. Todos tenemos un pariente o un amigo que se dedica a la hostelería. ¿Le han preguntado qué tal les va sin turistas? Pues ahí tienen la respuesta.

Muchos dicen: «eso no puede ser gratis». Pero nadie ha dicho que deba serlo. Igual que un chiringuito paga un canon y que el alquiler de hamaca y palapa cuesta un dinero, se supone que el hotel interesado en ese cupo también abone la correspondiente tasa. ¿Dónde está entonces el problema?

Se ha publicado que el aforo total de las playas de la Capital asciende a unas 70.000 personas. Ponderando la cruda cifra (que supondría ocupar todo el arenal de Cortadura y La Victoria), podemos calcular que un día normal de verano pueden ocupar la Playa unas 20.000 personas. En estas magnitudes, facilitar el acceso a un pequeño número de clientes de hotel no supone traba alguna.

En otro orden, ¿se imaginan que se cobrase 50 céntimos, a cada uno de esos 20.000, por el uso de la playa? Supondría una recaudación diaria de 10.000 euros, que podrían destinarse a complementar y mejorar los servicios y el empleo. Por ejemplo. Y redundaría en beneficio común.

No se alarmen: gastarse tres euros en refrescos y patatas fritas no es nada extraordinario. Aunque a veces sí lo sea dejar la playa limpia antes de irse a casa. Ya, para eso, que otros paguen impuestos.

Y es que, sí, la playa es de todos. Pero no a todos les duele lo mismo. Aunque todos reclaman derechos sobre ella.

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