El Apunte

Interés electoral, no humanitario

El Gobierno ha demostrado, en la gestión del Open Arms, que su prioridad era sólo ganarse a la opinión pública

La Voz

En todas las cuestiones de Estado, desde las más graves a las más accesorias, los intereses particulares de cada bando parecen haberse puesto por encima del interés general. No obstante, existía un consenso sobre la necesidad de sacar las vidas humanas de este enfrentamiento constante. Sin embargo, la gestión que desde el Gobierno central se ha realizado de la crisis del Open Arms demuestra que los intereses electoralistas se han superpuesto, una vez más, al interés humanitario.

Quienes están sobre el terreno trabajando con quienes sufren el drama de la inmigración en primera persona han sido los que han denunciado las tremendas improvisaciones que se han llevado a cabo desde el Ejecutivo. Lo primero, la movilización de un buque como el ‘Audaz’, cuyo tamaño superaba en mucho las necesidades de quienes estaban en el barco de la ONG. Y, segundo, el arbitrario uso de los tiempos, ya que el ‘Audaz’ partió hacia Lampedusa sólo horas antes de que la justicia italiana ordenara que los tripulantes de la embarcación bajaran de la misma.

Podría pensarse que la intención de Pedro Sánchez, el presidente en funciones, era la de prestar ayuda humanitaria a toda costa. Una intención loable si no fuera porque los propios efectivos de Salvamento Marítimo en el Estrecho de Gibraltar reconocen que están desbordados. Estos operarios, que realizan una labor social regulada y no guiada por unos inciertos intereses como el de ciertas organizaciones autodenominadas humanitarias, llevan meses denunciando la falta de efectivos con los que atender a quienes, en su desesperación, cruzan el Estrecho en busca de un futuro mejor. No piden grandes cosas. Fundamentalmente un «cuarto hombre», una persona más en las dotaciones para poder establecer turnos con los que atender a los migrantes.

Todos entendemos que la situación del Open Arms era insostenible y que había que darle una solución. Pero, por encima de los titulares de los periódicos o las simpatías de las redes sociales, están las personas y la elaboración de protocolos con los que evitar tanto las muertes en el mar como el lucrativo negocio de las mafias. Y si no, que se lo preguntan a quienes, en el Estrecho, rescatan semanalmente a cientos de seres humanos que no captan el interés de las cámaras.

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