Felicidad Rodríguez

Independence day

Frente a lo que ocurre en otros países, los temarios de la Lomce no juzgaron oportuno mostrar la vida de destacadas figuras españolas

Felicidad Rodríguez
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Me refiero a la independencia norteamericana, momento de la historia en el que uno de los protagonistas fue Bernardo de Gálvez, uno de los ‘Ocho Ciudadanos de Honor’ con los que cuenta Estados Unidos y que da nombre a la ciudad de Galveston. Sin embargo, por aquí conocemos más a La Fayette. Posiblemente ello se deba a que los franceses siempre se han empeñado, con éxito, en hacer valer a los suyos y quizá, también, porque los temarios de la Lomce no juzgaron oportuno mostrar la vida de destacadas figuras españolas, como es el caso del héroe de Pensacola, personaje que, por cierto, estuvo una par de veces destinado en Cádiz antes de intervenir en la independencia americana.

Y es que, obviamente, no se puede estudiar todo y hay que priorizar.

Por eso, a la hora de anteponer contenidos, nuestro sistema ha estado más en cuidar de las múltiples sensibilidades de la que hacen gala los españoles. De ahí que Tartessos, estado independiente donde los haya, estuviese en Cataluña; el nombre de Tortosa lo dice todo. Otros que, salvando el tiempo, las distancias y, sobre todo, las formas, también quieren separarse son los ingleses. En este caso utilizando armas económicas y políticas. Theresa May se ha descolgado ya con un par de declaraciones que, directa o indirectamente, afectan a un buen número de gaditanos. La primera al incluir a Gibraltar en su propuesta para el Brexit, saltándose a la torera el punto 22 de las directrices de Bruselas que señala que ningún acuerdo se aplicará al territorio del Peñón sin que haya pacto previo entre el Reino de España y el Reino Unido.

Otra declaración de la Premier que no deja de tener su gracia es esa que dice que los ciudadanos comunitarios allí residentes serán tratados como británicos en cuestiones como las sanitarias. Es que no le queda otra. No especifica si ese tratamiento privilegiado a los comunitarios se refiere a su posible status como pacientes o como personal sanitario. En el 2016, la sanidad pública británica registró un número record de médicos y enfermeros de la UE que abandonaron el Reino Unido ante la incertidumbre del Brexit, y se estima que el 60% de los que quedan lo hagan a corto plazo.

Ante esta sangría de personal sanitario, y la alerta dada por el Real Colegio de Médicos británicos, o los retiene o su sistema de salud se va al garete. Ya puestos a negociar, en esta independencia post-moderna, España tendría que aprovechar para exigir que todo ese personal español indispensable tenga las mejores condiciones de trabajo. De la misma manera, debe hacer valer su condición de miembro de la Unión para asegurar el cumplimiento de lo dictaminado por la UE sobre Gibraltar por un tercero no miembro. Y ya metidos en faena, y puesto que nuestro país tiene cerca de 46 millones de habitantes mientras que el único país angloparlante que quedaría, Irlanda, no llega a 5 millones, que el español en la Unión Europea ocupe el lugar que le corresponde a un idioma hablado por más de 500 millones de personas en el mundo. Que no nos falten modernos Bernardos de Gálvez.

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