Fernando Sicre - OPINIÓN

El gran problema de España

La aplicación de parónimos usuales nos pueden llevar a confusión. Absorber y sorber como hace el PSOE de hoy

Fernando Sicre
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La aplicación de parónimos usuales nos pueden llevar a confusión. Absorber y sorber como hace el PSOE de hoy. Un terrón de azúcar al entrar en contacto con el café va incorporando el líquido entre los granos de azúcar, siendo absorbido por el café. En tanto, sorber implica que alguien beba una sustancia mediante succión. En realidad nada tienen que ver ambos conceptos, solo su parecido fonético. El PSOE ni tiene aptitud, ni actitud para acometer con responsabilidad la encomienda de políticas que España necesita. La paronimia llega a ser algo más que una majadería, es una auténtica demencia, para quien aspira al unísono al autonomismo, federalismo y confederalismo. A la nación, a la plurinación, al Estado, al pluriestado. ¿Qué pretenden, volvernos locos? Ésta malsana afición a la utilización de palabras que tienen cierto parecido, aunque sus usos son diferentes, nos pueden llevar a la locura.

Mejor dicho a la locuacidad, solo que nada tienen que ver los conceptos. Éste último es directamente aplicable al ínclito Sánchez, porque habla mucho y porque lo hace con soltura, aunque sus palabras sean en vano.

A parte paronimias, hablemos de paranoias. Ésta atribuible al PSOE. De Granada a Barcelona. En la llamada declaración de Barcelona, los socialistas ofrecen a la sociedad catalana y al conjunto de la sociedad española los acuerdos de Granada. En las faldas de Mulhacén, en el corazón de la Alpujarra, decretaron que «el Estado de las Autonomías, al contrario de lo que creen sus detractores, ha sido el instrumento más eficaz de vertebración nacional y de cohesión social. Ha sido y tiene que seguir siendo uno de los pilares más sólidos de la unidad de los pueblos de España. Por eso, los socialistas seguimos creyendo en el Estado de las Autonomías». Seguía diciendo que «el nacionalismo moderado de Cataluña ha abandonado el terreno de la moderación y se ha pasado al campo del secesionismo», sólo que debió incluir a sus hermanastros los del PSC. Y terminaba la declaración diciendo que «es nuestra obligación histórica con España». Menos mal que no dijeron «con el Estado».

Dado el uso torticero del lenguaje, de su uso interesado y de su abuso para fines espurios, ilegítimos, adulterados, falsificados, fraudulentos y falsos, definamos con claridad imperturbable ciertos conceptos. Aunque no se correspondan con el rigor que la semántica pretende. De hecho, la CE ya se ocupó de utilizar conceptos cargados de ambigüedad supuestamente calculada. Para que cuando viniesen tipos como Zapatero o Sánchez, dediquemos nuestro esfuerzos a discutir sobre los mismos. ZP: la nación es un concepto discutido y discutible. Snchz: la nación cultural en mayo de 2017 y en junio la plurinacionalidad, como propuesta para una reforma constitucional federal. Hasta 2004, la Teoría política definía sin género de duda a la nación como sujeto de soberanía. La soberanía es el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente. Bien en el Estado de las Autonomías actual, como un Estado Federal como algunos pretenden, aquel y este disponen de gobiernos regionales y una «determinada soberanía» para regir sus asuntos internos, conforme a una Constitución, dada por el único poder constituyente que es la Nación española.

Cuando Iceta entra en estado de shock, baile de sambito incluido y demás gansadas, manifiesta que «para superar el enfrentamiento entre el inmovilismo del gobierno central y la deriva independentista unilateral, es necesario abrir un nuevo escenario de diálogo y propuestas concretas»… exige reconocer la realidad plurinacionalidad de «nuestro país». Los socialistas exigen poner en marcha ya un proceso de fortalecimiento del autogobierno de Cataluña, de mejor reconocimiento de su personalidad nacional y el reconocimiento de las aspiraciones nacionales de Cataluña…Donde queda ‘Graná’. Y luego dicen que los de ‘graná’ tienen mala ‘follá’. Estamos en época de posverdad. Sí después de pasar por una sesión intensa de sauna como Snchz nos acostumbra a diario, nos cambian los conceptos y se redefinen de nuevo, a lo mejor alcanzamos a ver la piedra filosofal de los arreglos políticos: cambiemos los nombres, definámoslos, rehagamos el diccionario del RAE y donde dije digo, digo Diego. Y así todo cambia, para que todo continúe igual.

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