El Apunte

La fiesta y la contradicción

El Carnaval se apura en dar prioridad «a los de Cádiz» pero luego quiere que su fiesta guste y atraiga a todos

El fin de semana pasado lo dejó claro. Y las sucesivas oleadas de colas y expectación ante la venta de entradas por internet o en taquilla, lo confirman. Para miles y miles de aficionados, tanto en la Bahía de Cádiz como en toda la provincia y Andalucía, ya estamos de fiesta. Es muy larga y cada vez más seguida. Es la que arranca con el prólogo del Concurso de Agrupaciones de Carnaval y acaba con su epílogo, cada vez menos «chiquito» como todo lo que rodea este fenómeno. En total, dos meses de atención y pasión, de debate y negocio, de oferta y demanda. Es así. En todo esto, con lo malo, lo bueno y lo mejor, se ha convertido. Es la nuestra, la primera del año en el calendario andaluz y la mayor en esta pequeña parte del mundo. Es la mayor celebración de la capital gaditana y llega este año con algo más de pausa respecto a la etapa navideña pero, aún así, casi pegada. Los dictados del calendario católico no han propiciado en esta ocasión una celebración precoz y la temperatura subirá como manda la tradición, cuando asome febrero. Habrá que esperar semanas para hacer un balance riguroso pero por el momento ya se pueden observar las primeras pistas del nuevo fenómeno festivo que con tanto ahínco impulsa la administración local que la ha convertido en bandera, símbolo y, casi, fijación.

La formación de las colas siempre es la primera escena. En esta ocasión, el anuncio de la apertura de taquillas y venta ‘on line’ de las entradas se produjo con minutos de antelación. De esta forma se ha evitado esa imagen tan molesta (para algunos) de personas que son capaces de pasar noches en la calle –ensuciando, cocinando, cantando, durmiendo– por tal de conseguir una entrada. Ni el anterior Gobierno local ni el nuevo, ni el creciente protagonismo de internet en la venta, habían podido limitar unos vicios que tienen más que ver con hábitos y preferencias de un sector de población cada vez más joven, el que nutre de forma visible este Carnaval del siglo XXI.

La repercusión de la fiesta gaditana ya tiene proporciones que resultan incómodas. Puede morir de crecimiento. Hasta el punto de caer en la contradicción: el Ayuntamiento se ufana de «potenciar» la venta de entradas para los aficionados locales («Cádiz first») pero luego, esa misma afición, quiere que sus coplas recorran toda Andalucía, que gusten a todos, que atraigan cada vez a más. El diagnóstico resulta más o menos sencillo pero el tratamiento se antoja complejo. Tiempos de tribulación carnavalesca.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios