José María Aguilera - AL FOSO

El feudalismo del Falla

El umbral de exigencia es mínimo en comparación con los que intentan arañar un ‘huequito’

José María Aguilera
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El concurso del Falla se rige bajo un sistema feudal, con los estamentos sólidos y consagrados, con una jerarquía militar perfectamente establecida. El orden es tal que incluye a todos los elementos de la sociedad: autores, medios de comunicación, aficionados y por supuesto los distintos jurados. Todos alimentan esta farsa.

Pasan los años y nada cambia. Todo está atado y bien atado. Los vencedores son los mismos, y sólo se reparten entre ellos el botín, al estilo Madrid-Barça. En comparsas el que gane esta edición del COAC cuanto menos ya tiene un primero en el saco (Bienvenido). Si hablamos de Martín, Ares, Aragón, Tino Tovar o Carapapas nos tenemos que remontar décadas para rescatar los éxitos de sus inicios.

En chirigotas siguen dando guerra los grupos del Love, Selu y el Sheriff, con raíces en los 80.

La savia nueva de Vera la inyectó hace 20 años con sus cuartetos y en total tiene seis primeros premios. Lo de los coros y las batallas entre Pardo, Pastrana y Migueles es otro cantar en la modalidad más conservadora. Sólo se han apreciado resquicios de renovación en el cuarteto y a la fuerza, como excepción que confirma la regla.

«Es que son los mejores», te espetarán los ‘entendíos’. ¿Siempre? «Hay que escucharlo más», «La diferencia está en el grupo», pero será para aquellos que primen la interpretación sobre la letra y la música, rompiendo el equilibrio, descompensando. Existe diferencia en la potencia, pero no menor en cuanto a la literatura, porque hay algunos que escriben como hablan... fatal. «Han cantado lo mejor, han agotado sus balas y no ofrecerán nada en el siguiente paso». Excusas y más excusas. El umbral de exigencia es mínimo en comparación con los que intentan arañar un ‘huequito’, subir en la escala social. Por eso este Carnaval merece la enhorabuena por OBDC y ‘Los sereníssimos’. No han llamado a la puerta, han tenido que romperla. Y por ella se han escapado tantos tópicos que no son más que el escondite de los cobardes.

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