Se acabó el Covid

Aunque en Cádiz el fin de semana ha sido relativamente tranquilo, en otros muchos lugares se ha celebrado como si de un fin de año se tratase

Vamos a terminar haciéndonos expertos en las distintas modalidades posibles de aplicación, y finalización, de los estados de alarma. El año pasado por esta época estábamos con la cuarta prórroga del primero de ellos. Luego vino una quinta y una sexta, antes de la vuelta ... a la «nueva normalidad» decretada con el solsticio de verano del 21 de junio. En esa fecha se habían notificado 141nuevos casos y una incidencia acumulada de 10,6 por 100.000 habitantes durante las dos semanas anteriores. Era la época del lío con las fases 0, 1, 2 y 3 de la desescalada que establecieron los expertos que, al parecer, nunca existieron, y en la que había que consultar un manual para aclararnos en qué fase estábamos en cada momento, y lo que se podía o no se podía hacer. Este año, posiblemente para evitar todo ese cacao y para que nadie se pueda confundir, se ha optado por una fórmula más sencilla para terminar con el segundo de todos los posibles estados de alarma que, visto lo visto, podemos llegar a tener.

Porque, igual que con el rascar, que todo es empezar, cuando uno coge gusto a eso de poner y quitar libertades según vaya la cosa, sea la que sea ésta última, ya averiguaremos otras posibles modalidades de aplicación. En esta segunda ocasión, con una notificación de 4.000 nuevos casos el viernes pasado y una incidencia acumulada de 198 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, el fin del Estado de Alarma se ha adelantado a la primavera y la vuelta no es a la nueva normalidad, sino a la normalidad de toda la vida.

Aunque en Cádiz el fin de semana ha sido relativamente tranquilo, en otros muchos lugares se ha celebrado como si de un fin de año se tratase. Se acabaron los toques de queda, los cierres perimetrales, la imposibilidad de ir a donde uno le apetezca, y ya hasta se vuelve a la normalidad de hacer los botellones de toda la vida, esos que estaban prohibidos aún antes de la pandemia. Los que no se van a poder reunir son las comunidades de vecinos, a no ser que decidan hacerlo en una discoteca; eso sí, sin bailar. Para prácticamente todo lo demás, en esta segunda ocasión se ha apelado a la responsabilidad individual, cuya interpretación es bastante variable entre el personal.

Uno de los lemas más escuchados durante la noche del sábado por toda la geografía española ha sido la de «se acabó el Covid», una manera como cualquier otra de comprender el final de las restricciones. Una autorresponsabilidad compartida con las comunidades autónomas, por eso de que pueden limitar aforos, y con los tribunales, cuyo dictamen también varía según la comunidad autónoma en la que nos encontremos, como hemos podido ver en las distintas resoluciones de los tribunales de Baleares, Valencia, Canarias o el País Vasco. Y a quien no le guste, que vaya al Supremo.

Porque, aunque muchos jueces señalan que se les ha adjudicado unas decisiones que corresponden al Gobierno, este último está en lo que debe estar, controlando a los viajeros internacionales, esos que no se han controlado durante una buena parte del año y pico de la pandemia y, por supuesto, tranquilizando a la mitad de la población española aún sin vacunar, asegurándole la inmunización antes de que empiece la temporada de playa. Ya veremos cómo acaba la cosa.

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