El Apunte

Experimento gigante

El equipo de Gobierno ha logrado lo que pretendía, que el Concurso se trague al Carnaval. Habrá que ver si es para bien

El Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval, el célebre Falla, no es el Carnaval. Es una parte. Pero resulta indiscutible, con los números en la mano, que cada vez mayor. En teoría, inicialmente, no es la esencial ni la más característica pero sí la que más crece y suena, la más reconocible, la más conocida, la más extensa –en 2019, más que nunca– y seguida dentro y fuera de la provincia de Cádiz. Negarlo, a estas alturas del siglo XXI, sería una insensatez. Su potencial alcance hace mucho que superó lo que ningún chirigotero de hace 40 años habría soñado en su mayor delirio. La alianza de una afición creciente, desbordante en lo geográfico y lo emocional, con las nuevas tecnologías de la comunicación propician lo que usted ya sabe: que todo el mundo quiere salir, que llegan grupos de media Andalucía y que hay seguidores por todas partes. Se puede atender a una sesión completa, de cualquier día, con un coro de comentaristas (amigos o no) desde cualquier lugar del mundo, a cualquier hora, se puede recuperar cualquier copla, escucharla y volverla a escuchar en cualquier momento, encontrar una foto, unas declaraciones, un vídeo, todo, desde cualquier sitio, las 24 horas de los siete días. Es una obviedad. Nueva pero universalmente conocida.

Por tanto, su potencial como imagen exterior del Carnaval es imponente. Importa más –influye más, para bien y para mal– que mucho de lo que puede hacerse luego con la magia de las callejeras, en el programa oficial desnortado desde siempre, en el pregón o en las cabalgatas. De ahí que haya que cuidarlo. El actual Gobierno municipal convirtió la organización del Concurso en una prioridad, casi obsesión, nada más llegar al poder municipal en 2015. Después de moldear el certamen a su antojo y al de los grupos participantes, ha logrado su propósito: que el Concurso ocupe todo el Carnaval, que sea el Falla más grande que nunca se ha conocido. Habrá que esperar para sacar conclusiones y debatir si ese gigantismo imparable aporta mayor disfrute y prestigio, más esencia y atractivo a una fiesta difícil de sopesar. Conviene separar el trigo de la paja, los números de las sensaciones, y luego opinar. La fase preliminar ya parecía, antes, extensísima, irrespetuosa con los aficionados moderados (por lógica, mayoría) y eso tendrá poco remedio con el Concurso más largo que se ha conocido, con 36 fechas, que pisa jornadas de tres meses distintos: enero, febrero y marzo.

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