OPINIÓN

El Concurso de Carnaval, ante el espejo

Las agrupaciones se plantean desde hace años los límites de un crecimiento que amenaza la calidad, el atractivo y la esencia de una tradición centenaria

A.V.

La polémica es una de las bases del Concurso del Carnaval . Jugar a debatir cómo jugar forma parte del encanto de forma fundamental. Sin embargo, es menos habitual la discusión sobre el propio atractivo del COAC más allá del juicio que puede realizar, en caliente, alguna agrupación que se ha quedado fuera de la final. Pero algo ha cambiado.

El descontento que había empezado a fraguarse desde el inicio de esta década en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas ha pasado del mero rumor entre bambalinas a toda una corriente de opinión que, liderada por los autores más activos y jóvenes de la fiesta, comienza a exigir cambios en su organización y, en definitiva, toda una revolución en lo que hasta ahora ha sido el paso por el Falla. No van de farol. Algunos fueron tan firmes en su propuesta de cambio, hace poco, que se desvincularon del Concurso. Si no lo vuelven a hacer es, según admiten en público, por simpatías políticas. A Teófila Martínez les agradó mucho abandonarla. Al compañero Kichi, cuesta más. Pero la situación es tremendamente parecida. Tampoco es una simple cuestión de quedarse un año en barbecho de puntos, haciendo bolos por Andalucía.

La pregunta que se plantea no es si hay Carnaval más allá del Concurso, pues las agrupaciones callejeras gozan de una salud envidiable y los gaditanos cada vez apuestan más por esta fórmula para dejar el Falla a los que vienen de más allá. La duda es si no se puede estar matando a la gallina de los huevos de oro que supone la proyección del Falla para muchos autores. «Se ha demostrado que cuando las agrupaciones no van al Falla la gente ni se entera de que han salido», dejó dicho Joaquín Quiñones . Para muchos, el Falla se ha convertido en un simple escaparate, en un folleto comercial para poder actuar después. El reto para los próximos febreros está en saber hasta dónde puede crecer, dónde están los límites físicos del Concurso y de los aficionados. Hasta cuanto puede crecer la cantidad sin aniquilar la calidad, la esencia, el encanto. En estos años se realizará el experimento. El resultado, de repercusión y de recaudación, dará las respuestas.

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