OPINIÓN

Carnaval

Nuestro carnaval es tan peculiar que hasta dura lo que le da la gana

El carnaval , aunque seamos trimilenarios, no se inventó en Cádiz pero como si lo hubiera hecho. Y es que nuestro carnaval es tan peculiar que hasta dura lo que le da la gana, de la misma forma que empieza cuando se estima conveniente, nada de regirse por fechas del calendario. Así que, aunque quedan semanas para su llegada oficial, ya estamos en carnaval o casi, casi. Y las letras, tipos y música de las agrupaciones en el Falla dan fe de ello.

Un carnaval sin la sucesión de coros, comparsas, chirigotas y cuartetos por el escenario ya no sería carnaval; en ese caso se trataría de lo que en el resto del mundo llaman carnaval pero que es otra cosa. Diferente sería que todas las agrupaciones, sumándose a las ‘ilegales’, concentraran sus interpretaciones en las plazas y calles gaditanas entre el fin de semana del Pregón y el martes cuando se entierre a la sardina. Pero lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Por otra parte, si así fuera, nos alejaríamos de la idiosincrasia gaditana que representa sabiamente la libertad carnavalesca. Sin esa interpretación no se entendería el carnaval en la playa en pleno mes de agosto.

Cuestión diferente es si, en aras de esa libertad propia de nuestra fiesta grande, el concurso llegara a extenderse hasta el infinito . De cualquier manera, lejos ya de las influencias italianas de sus orígenes y de la sensualidad de los ritmos trasladados a otras latitudes, el carnaval en Cádiz es color, letra y música. Y, por supuesto, tipo; algo que trasciende al mero disfraz tan extendido en el resto del mundo. Porque los tipos ideados por las agrupaciones son mucho más que los elementos para enmascararse o para fingir, durante unas horas, personificaciones diferentes.

El tipo tiene mucho de representación, exagerada por supuesto, de lo común. De hecho, algunos tipos, por ejemplo el del acompañante pesao de Juan, podrían tener hasta representación parlamentaria. Y no digamos de las letras que con ingenio, ironía, ya sea con el desgarro de la comparsa o con la capacidad de reírse de su propia sombra, no digamos de las de los demás, de la chirigota, ponen en solfa personajes, situaciones y circunstancias de la más rabiosa actualidad.

Si las interpretaciones peculiares carnavalescas de los acontecimientos y figuras tenían antes un carácter más localista ahora las temáticas se han nacionalizado o, incluso, internacionalizado. Al fin y al cabo vivimos en un mundo global y eso explicaría, en parte, que gente de allende Despeñaperros se ponga a llorar por haber tenido la oportunidad de cantar en el Falla. Y no es que los temas locales no estén en el repertorio.

Seguro que este año el carril bici es motivo de chanza como lo será, el año próximo, el uso que le da la parte proporcional de gaditanos de esos 19 millones de españoles que dicen hacer uso de la bicicleta. Pero los temas nacionales es que dan también para mucho y no digamos el mes de febrero. El próximo 23F será el último día de los cuartos de final, 38 años después de un carnaval cuyo lema callejero fue «al suelo, al suelo, que viene Tejero» . Estaremos pues atentos a las interpretaciones que den nuestras agrupaciones del juicio al Procés que se inicia hoy mismo, en pleno concurso carnavalesco del Falla.

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