Opinión

Las Cajas de Pandora

Las cajas de ahorros se convirtieron en las cajas de Pandora. La Comisión parlamentaria de investigación de la crisis financiera en todo un fiasco

Las cajas de ahorros se convirtieron en las cajas de Pandora. La Comisión parlamentaria de investigación de la crisis financiera en todo un fiasco. Los principales causantes de los males del sector, los que representaban a las Cajas que no a los Bancos, o sea, los políticos han sido juez y parte. Y como son políticos que no tontos, listillos sí, que no inteligentes y preparados, han concluido negando responsabilidad política por la crisis de las Cajas a ellos mismos. Se puede tener poca vergüenza, lo que ocurre con estos es que no tienen ninguna. Si lo que pretenden es contar historias, para eso la de Pandora, cuando Zeus presentó a Epimeteo una mujer llamada Pandora. Ésta recibió como regalo de bodas una tinaja ovalada, la caja, con instrucciones de no abrirla, pero la abrió. Su apertura provocó que de ella salieran todos los males del mundo. Al darse cuenta del desaguisado la cerró y en su fondo quedó sólo el espíritu de la esperanza, que era lo bueno que los Dioses habían introducido en ella. De ahí la expresión «la esperanza es lo último que se pierde». De donde podemos concluir que el problema lo plantean los hombres que introducen el mal allá donde quieran que están. O sea, en todas partes, en Pandora y en las Cajas.

Los orígenes fueron más que acertados y una vez más el acierto lo gestionó una congregación de frailes. Quizás el anticlericalismo de la izquierda española tenga mucho que ver con ello. Los clérigos son gente cultivada y preparada y los socialistas se quedan en su condición de sociolistos, por eso de listillos, que no por cultivados y preparados. En el siglo XV los franciscanos habían creado los Montes de Piedad con el objetivo de conceder pequeños créditos. En el siglo XVI el Concilio de Letrán posibilitaba el retorno de los mismos, pero «sin ánimo de lucro y por razón de sus gastos e indemnidades». En los albores del siglo XVIII se implantan los Montes de Piedad con el objeto de abaratar los tipos de interés. En el primer tercio del siglo XIX nace la primera caja de ahorros de España, la Caja de Jerez de la Frontera, con funciones varias, desde la caridad como de búsqueda de respuestas a la creciente contestación social. Se pretendía fomentar el ahorro y al unísono convertirse en instrumento de previsión social. Terminaron por unirse en las postrimerías del siglo XIX los Montes y las Cajas, naciendo las cajas de ahorros y montes de piedad, sobre las que el gobierno de aquel entonces había promovido su fomento, para que al menos cada provincia tuviera una. Desde entonces asumieron una doble consideración de previsión social y financiero mercantil. El primero de sus objetivos se va desvaneciendo primero, con la aparición a principios del siglo XX de los primeros seguros sociales, por lo que termina triunfando a partir de entonces su componente económico financiero. La primera perversidad pública en relación con estas entidades financieras, cuando así son consideradas, ya pasados los años sesenta, consiste en ponerlas a disposición del propio Estado para la asunción de la Deuda Pública originada por el déficit presupuestario, frenando su capacidad crediticia ordinaria y estatutariamente dispuesta.

Si no que se lo digan a Jerez de la Frontera, por poner un solo ejemplo, cuando su Ayuntamiento, su Caja, su Encomendador o Virrey, eran todo uno y uno para todo, como Juan Palomo, «un cachondo al que todo le parecía un cachondeo». La justicia había sido enaltecida a los altares del cachondeo. PP y PSOE pactaron el gobierno de la ciudad sin solución de continuidad, y en medio del cachondeo, un cachondo. Ambas pactantes que por no ser ni eran cachondas, se cachondearon de ellas y todo por tocar poder. Todo un «cachondeo» y ya nunca sabremos los límites o fronteras del gobierno de la ciudad y los de la Caja, porque esos pactos esfumaron cualquier posibilidad de análisis de una nefasta y desastrosa gestión. Sólo que la historia es recurrente, como es redonda la tierra y cíclica las crisis. Y ahora sabemos del otro cachondeo en que ha consistido la Comisión y sus conclusiones sobre los políticos y las Cajas. Unos cachondos políticos que se han cachondeados de los ciudadanos, cuando han concluido el análisis de la gestión de lo que realmente pone cachondo al poder político, las Cajas, expresión sintética de la erótica del poder y del dinero. El poder institucionalizado ha sido el causante del desaguisado y asalto a las Cajas, compuesta por políticos de todo rango, sindicalistas y miembros de la patronal. Lo mejor de cada casa al servicio de todos. Otro cachondeo de dimensiones considerables. Algo así como cuando la izquierda pretende imponer un banco público como paradigma ético financiero, al servicio del pueblo del que se cachondean sin cortarse un pelo. Otro cachondeo. Las cajas terminaron siendo un estrepitoso fracaso y las causantes exclusivas del rescate financiero. De ahí el dicho de que «la mejor empresa pública es la que no existe». La que existe es puro cachondeo.

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