Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Cádiz, cutrez de plata

Cualquiera que pasee por Cádiz a diario puede comprobar que la ciudad está cada vez más ‘dejada’, por utilizar un calificativo suave

Ignacio Moreno Bustamante
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Afortunadamente, ayer hizo un día ‘regulera’ en la muy Ilustre Ciudad de Cádiz y muchos de los turistas que venían en el colosal Queen Mary II se quedaron tranquilitos en sus camarotes. Lo que unido a que de nuevo muchos de ellos están volviendo a irse de excursión a Jerez o Sevilla –ante la pasividad del gobierno local– hizo que se minimizasen los daños. Los daños del boca a boca. Esos guiris, cuando terminen su crucero, no podrán opinar gran cosa de Cádiz. Si acaso alguna foto que mostrar desde la cubierta con la catedral de fondo y el día nublado. Porque si hubiesen bajado –alguno lo hizo, esperemos que no sea muy crítico– hubiesen visto una ciudad que está en franca decadencia.

La acumulada en los últimos cinco años que se ha convertido en galopante de seis meses hacia acá. Cualquiera que pasee por Cádiz a diario puede comprobar que la ciudad está cada vez más ‘dejada’, por utilizar un calificativo suave. Al abandono histórico de edificios, desde Valcárcel al Olivillo pasando por Tiempo Libre o Náutica, se une ahora el abandono de espacios públicos. Un ejemplo más que evidente es el parque de Astilleros. Por lo visto no hay para pagar al que cerraba la verja por las noches y claro, los vándalos lo están arrasando. Ya dijo el señor alcalde que lo primero era el hambre. Y en esas debe estar, con todos los funcionarios preparando bocadillos para los famélicos niños de la ciudad. Tampoco había para encender la llama del pebetero de la Plaza de España. Y arriar e izar la bandera de la Plaza de Sevilla por lo visto es un dineral según Podemos, a los que todo les parece carísimo cuando de mantenimiento urbano se trata.

El abandono es evidente en otros muchos puntos de la ciudad que antes, por lo menos, ‘lucían’ con cierta dignidad. La plaza Mina, el parque Genovés... como bien dice hoy en esta mismas páginas Yolanda Vallejo, cada día nos vamos pareciendo más a La Habana, pero no por los negritos y el salero, sino por el abandono viario.

Lo peor de todo es que esa dejadez no sólo afecta al urbanismo. Empieza a ser evidente también, por ejemplo, con el comercio ambulante. Seguro que si le preguntamos al equipo de gobierno, afirmarán que no. Que aquí nadie vende sin licencia. Pero en la calle cada día se ve a más gente ‘buscándose la vida’ ante la pasividad de las autoridades. La filosofía podemita de que todo el mundo tiene derecho a ganarse el pan es muy loable. Salvo cuando lo hace perjudicando a los demás. A los comerciantes que pagan impuestos, alquiler etc y que pasan las de Caín para sacar sus negocios adelante. Pero claro, aquí nadie quiere un espectáculo con la señora Michinina de turno en el Ayuntamiento exigiendo sus derechos. «Déjenme tener dignidad», ¿recuerdan? Y de ahí al programa de Ana Rosa y al Interviú. Teófila Martínez se mantuvo firme. Se ciñó a la ley. José María González aprovechó el tirón populista. Ahora vemos las consecuencias. Y lo que nos queda.

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