OPINIÓN

Astilleros diversificados

La energía eólica es una poderosa rama de la industria de la Bahía de Cádiz desde hace más de cinco años

Que la industria naval, la ingeniería con sede en la Bahía de Cádiz, sea capaz de producir y enviar una plataforma eólica que funciona en aguas alemanas del mar Báltico –hace unos días las atravesaba el Juan Sebastián de Elcano– debe suponer, sin añadir más datos, un motivo de orgullo y un sello de prestigio que coloca a este sector en la vanguardia europea. Si no lo estuviera, no le encargarían ese tipo de trabajos. El silogismo resulta bastante simple. El hecho de que gigantes de la industria adjudiquen a Navantia, repetidamente durante los últimos años, gigantescos transformadores y la enorme estructura que los sostiene es la mejor campaña publicitaria para las empresas que trabajan en esta parte del mundo, es el mejor discurso sobre su capacidad y su potencial. No hay mejor forma de favorecer que este tipo de inversiones vuelvan a crear trabajo y progreso en una comarca sedienta de industria, de realidades laborales. Cada encargo supone cientos de miles horas de trabajo directo, con momentos en los que trabajan hasta 500 personas a la vez. Por seguir con el ejemplo más conocido, y ahora renovados, el parque eólico marino Wikinger que en 2016 salió de Puerto Real produce alrededor de 350 kilovatios gracias a 70 aerogeneradores, evita la emisión a la atmósfera de alrededor de 600.000 toneladas de dióxido de carbono al año.

De esta forma, estos grandes proyectos de alma gaditana no sólo están en la vanguardia técnica e industrial , también supone un avance ecológico que podría convertirse en una esperanza para sociedades y territorios lastrados por la contaminación y el desgaste de los combustibles fósiles. Estos contratos encadenados consolidan la diversificación del negocio de Navantia. A la construcción de buques se suma la de este tipo de gigantes. Ya han nacido varios en la Bahía. Las reparaciones de buques diversos, con especial protagonismo de los cruceros, hace mucho que ya es otra línea de negocio. De Disney Cruise Line a Pullmantur confían una y otra vez en el astillero de Cádiz.

Sumadas todas esas patas, parece crecer la firmeza de un sector naval que estuvo lastrado por los cambios socioeconómicos que trajo la globalización. Ahora se compite con el mundo pero, por lo visto, hay opciones de ganar más de un duelo por el futuro.

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