Letra pequeña

Dice el sabio refranero español que «nadie da duros a cuatro pesetas»

De hurtadillas me enteré que iban a cobrar a las personas que con su vehículos hicieran uso de autopista y autovías, como no tenía ni carné de conducir ni coche, no me preocupé. Me había enterado que iban a cobrar un plus por los libros ... de textos en Primaria y Secundaria, como no tenía hijos en edad escolar me olvidé de ello. Escudriñé en algunas normativas que planteaban la opción de cobrar unas tasas a las personas enfermas que, por su fragilidad, estaban condenadas a una vida de sufrimiento sin remedio, como yo gozaba de una salud de hierro me hice el olvidadizo. Había escuchado en las noticias que se suspendían las bonificaciones en los impuestos en las declaraciones de la renta para aquellas personas que hacían su declaración conjunta, a mí no me incumbía, desde siempre había hecho mi declaración de manera individualizada. Plantearon cobrar un plus por respirar aire puro para todas las personas del planeta, ya fue demasiado tarde».

Los mayores siempre nos alertaron de que había que leer la letra pequeña de todo lo que se nos ponía por delante. Desde hace unos meses, desde que la pandemia nos hizo diferentes, planificar nuestro destino se convierte en un objeto de deseo tardío. Dice el sabio refranero español que «nadie da duros a cuatro pesetas». Los tan debatido y ansiados Fondos Next Generation prometidos por la Unión Europea se están haciendo esperar. La esperanza tomaba forma como una lluvia de cientos de miles de millones de euros con los que poder iniciar la recuperación postpandemia. El mayor paquete de estímulo jamás firmado se las promete como un sueño europeo hecho realidad. A España le corresponderá una buena tajada multimillonaria para apoyar la investigación y la innovación, para realizar una transición ecológica, para proteger la biodiversidad, para implantar nuevos programas de salud, para modernizar las políticas públicas, para conseguir eliminar la brecha de género y disminuir las desigualdades sociales. Ya se han enviado numerosos y ambiciosos proyectos. Lo que no nos han dicho son las condiciones. A todos los países se les van a exigir duros compromisos. La tardanza en las ayudas nos ha llevado a un escenario donde se ha perdido gran parte del tejido de pequeñas empresas que conforman la malla sobre la que se sustenta la economía de millones de familias. Los sacrificios nos van a exigir subidas del IVA, IBI y tasas medio ambientales. La tan manida derogación de la Reforma Laboral es ya historia de soflamas electorales. Se plantea incluso que la población trabajadora aporte parte de su salario a una «cuenta personal» a la que poder recurrir en casos de enfermedad o desempleo. La exigencia de la Reforma del Sistema Público de pensiones nos lleva a largar la edad de jubilación y a endurecer las jubilaciones anticipadas. Incluso se plantea un factor de sostenibilidad que condicionará el importe de las pensiones a la evolución de la esperanza de vida.

Según los expertos la mayor parte de estos fondos llegarán a las grandes empresas, que son las que tienen recursos para cumplir con las condiciones. Mientras tanto la letra pequeña la pagará la ciudadanía de a pie la verdadera perjudicada.

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