El Apunte

Algo estamos haciendo muy mal

2.474 mujeres necesitan protección contra la violencia machista en la provincia. 42 tienen menos de 17 años. Un fracaso colectivo insoportable

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Los datos llegan desde la sucursal del Ministerio del Interior de un Gobierno que apenas tiene color político, está en funciones. Caben pocas dudas e interpretaciones. Con esto no se juega. Vienen desde la Subdelegación del Gobierno en Cádiz. Hablan de esa lacra nacional, universal, de la violencia de género, del machismo asesino y humillante que sigue cobrándose víctimas de una forma aterradora. Los datos confirman que el adjetivo no es nada exagerado. En la provincia, 2.474 mujeres denunciaron y tuvieron que ser protegidas durante 2015. A ese número, alarmante, hay que sumar el de los casos que no se denuncian por miedo. Son difíciles de fijar y mejor evitar la especulación de cuantificar el miedo por aproximación. Las mujeres, oficialmente, consideradas víctimas de violencia machista en ese periodo en Cádiz tienen un retrato-robot.

El grupo de afectadas más numeroso (más de un millar) tiene entre 35 y 41 años. Es la edad crítica. Pero lo más preocupante es que en las generaciones más jóvenes existe una dolorosa proliferación. Es un fracaso de toda la sociedad (padres, docentes, administraciones, medios, empresas...) que haya 42 niñas protegidas. Casi medio centenar de futuras mujeres, aún entre los 14 y 17 años, amenazadas, agredidas, custodiadas. Algo estamos haciendo muy mal todos para que nuestros pueblos y ciudades, nuestras casas, sean todavía fábricas de machos agresivos, incapaces de mantener relaciones basadas en la lógica, el respeto y la igualdad, incapaces de aceptar un ‘no’, una ruptura o la convivencia, fieras celosas y agresivas.

La Subdelegación del Gobierno ha organizado ya 178 charlas en centros escolares para prevenir estas conductas, para que féminas y varones aprendan a detectar cuanto antes las conductas miserables que acaban en tragedia. Pero parece imprescindible que todos tengamos otra charla en casa, en cada centro de trabajo, en cada grupo de amigos. Son demasiados los maltratadores. Demasiado jóvenes. No viven en un planeta lejano. Están entre nosotros. Somos nosotros. No podemos dejar esa herencia a los que vienen.

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