Opinión

Transición a la cordura

Las políticas tras las elecciones, sufren desgastes que en estos tiempos no son sólo para quienes padecieron los estigmas de la pandemia y las crisis sucesivas

José María Esteban

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Según han quedado las casillas del nuevo tablero municipal y autonómico, cabe pensar que estemos en un nuevo cambio, Las recientes estructuras de poder, que no de gobierno, se cuelgan de acuerdos que parecen no obedecer, a priori, las intenciones de los votantes. Como ya dijimos, hablando de la ley D´Hont, consiguen acercamientos nada previstos y menos sujetos a los programas. Como siempre, mandan las sumas destinadas a uniones posibles, pero inexplicables.

Las políticas tras las elecciones, sufren desgastes que en estos tiempos no son sólo para quienes padecieron los estigmas de la pandemia y las crisis sucesivas. Ni siquiera provienen directamente de los discursos de los partidos y sus ideologías. Cada uno vota según sus propias heridas, que lame como puede. Los duros momentos pasados, se utilizan a posteriori según interese, no precisamente en prepararnos para la siguiente crisis. Es el devenir social. Las ideas se diluyen contradictoriamente en las masas, más atentas al miedo que al voto. Siempre las salas de máquinas de todas las casas, son las más atentas y serviciales, pero las menos respetadas.

¿Qué ha pasado con el sentido liberal de las ideas? Parece que todos se ponen de acuerdo en que fuera John Locke el 'padre del liberalismo'. Con la revolución francesa se establecieron los criterios de una nueva sociedad, que pretendía superar el permanente protagonismo de los poderes religiosos y los persistentes mandatos del duro y autoritario medievo. Habría que dar razón a los franceses y a los estadounidenses de la puesta en práctica de aquellos principios, que intentaban dotar de mayor libertad personal y un más justo reparto social. Hoy se repiten esquemas hace años superados. Vemos como aquellas conquistas se han ido desgastando, anulándose en extremos, tanto por un lado como por el otro. Se van perdiendo los mejores logros conseguidos por aquellas ilusiones liberales.

El honrado sentimiento liberal, es algo que puede suponer ahora una cierta categoría y respeto. Se traduce como quien no gusta ser seguidor de las actuales orientaciones políticas. Defender la libertad, se hace cada día más inseguro y dificultoso. Traigo esta reflexión aquí, en relación a conseguir lo mejor que realmente necesita una sociedad, para desarrollarse en metas comunes, en vez de los desaciertos y egoísmos partidarios. Contra la irrespetuosa manera de entender los maximalismos en ambos sentidos, -véanse los resultados del reciente, maleducado y embustero cara a cara y debates posteriores-, intentemos el difícil equilibrio que satisfaga a la mayoría. Aquel liberalismo fue duramente castigado por los autoritarios movimientos comunistas y el capitalismo más atávico y desconsiderado. Hoy casi todo huele a puro populismo.

Los resultados que vengan de este domingo, serán tan iguales a los del 28M, que no creo que mejore el horizonte. Seguirán enmarañándolo todo por la exigua diferencia del ganador y los pactos. En mi opinión, es lo que nos debe preocupar: los arañazos a la democracia. Conviene recordar los auténticos avances conseguidos en estos últimos siglos, que reconozcámoslo, no parecen estar muy arraigados en los nuevos gobiernos. Ser liberal no es ni un grado ni un marchamo mejor, pero al menos el espíritu de respeto por las ideas de los demás y la integridad por lo dicho, es de ese carácter, lo que más nos seduce. Quizás nos encontremos, esperémoslo, en una necesaria, inquieta, larga y contradictoria transición hacia la cordura. Votemos y mucha Salud.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación