Tiempos de recuerdos y perdón

Estos días intentemos acercarnos al poder de esos pasos transidos de humana naturaleza con recuerdos compartidos.

José María Esteban

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En estos días, donde recordamos el denso y duro final del modelo de Belen, sería bueno indagar sobre cuáles son los significados de la Semana Santa. Partiendo de la respetuosa objetividad por la que cada cual pueda pertenecer al credo que elija, aunque no sea ninguno, lo cual es también creer en algo, intentemos acercarnos al poder de esos pasos transidos de humana naturaleza con recuerdos compartidos.

Unos pueden entender que se trata de puro tipismo religioso, que se ha arraigado en nuestras tradiciones como lo pueda ser una feria o un carnaval. Es respetable que así lo piensen y hasta entender que, en estas épocas donde las creencias no se han inoculado como en anteriores enseñanzas, el flujo de la Fe no signifique absolutamente nada. Otros consideran la Semana de Pasión, como un necesario viaje al pasado de nuestro principal referente religioso, pero se asume sólo con la naturalidad de acompañar a las suntuosas imágenes, en un ejercicio de suficiente intimidad, solo aparente en esta semana. En tercer lugar, traer año tras año con la luna nueva la muerte de Jesus, significa para los menos, el ejemplo de una verdadera Fe continua y compartida, como una de las muchas contestaciones a las graves preguntas de la Humanidad. En gran parte de estos territorios, es evidentemente la base de nuestras creencias y principios morales.

En cada caso de involucración personal, sea cual fuere el modo de entender nuestros mitos y leyendas, nos rige la forma de ser de esta tierra, con sus ataduras, raíces y libertades. Verdaderos o no, según cada cual, al fin y al cabo, convicciones subjetivas muy ancladas en los lechos de nuestras más inquietas almas. Respetando las diversas situaciones, lo que nos trae aquí hoy Miércoles Santo, son muchos y sensibles recuerdos con experiencias vividas y acumuladas en sentires insustituibles. Aquellas tardes, allí por los años mozos sevillanos con el Cristo de Burgos, Panaderos o Baratillo. En muchas ocasiones en Jerez, yendo a disfrutar las flamencas entradas del Prendi, delante de quien nos casamos. O en los tiempos gaditanos con el Caminito, Aguas, Cigarreras etc. etc. Todos los miércoles y demás días de Semana Santa, hemos convivido con el legado religioso y la estética salvaguardada en un Patrimonio creciente, cuidado por pocos y disfrutado por muchos. Una efeméride que expresa el encuentro con la primavera y la Fe.

En estos tiempos es común la falta de lealtades por incomunicación. Llevan a muchos procesos de infidelidad al no valorar lo mejor para un futuro, a costa de un presente interesado y pasajero. La comprensión de esta Semana de Pasión, debe ser y no tengo duda de ello, el ejemplo del que murió en la Cruz y su magnífico testimonio de Perdón. Con la dificultad que entraña, poder exculpar a aquellos que no han sabido entendernos, y poder viajar en esta vida con ilusiones y esfuerzos comunes, sin hacer daño, valga mi petición más directa de perdón. El perdón deja atrás rencores y amarguras. Pero con esta sincera petición. Se une lo que dijeron personas y familias en primeros tiempos democráticos. «perdono, pero no olvido».

La constancia anual de la Semana Santa, nos recuerda el perdón y también nos impide su olvido. El alivio que permite pasar página perdonando, es la consecuencia que nos deben dejar estos momentos de entusiasmos religiosos. El recuerdo de la muerte del mejor ejemplo Divino, debiera guiar las conciencias. Salud y disfruten, quien así lo considere, con su Fe, herencia religiosa, esfuerzo de cofrades y Patrimonio Cultural para futuras generaciones.

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