OPINIÓN

Mamá yo quiero ser alcalde

El resto, de inicio y salvo sorpresas, meros figurantes que pueden arrancar votos a los grandes líderes

Javier Fornell

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Se acercan las elecciones y todos quieren ser alcalde. Da igual en que ciudad o pueblo se presenten, todos quieren ser alcalde y para eso están dispuestos a todo. A ofrecer lo imposible con tal de conseguir el cargo deseado. Pero, a veces, se llega a niveles que provocan sonrojo. Como en nuestra Cádiz dónde el futuro exalcalde trata de conseguir que su delfín David de la Cruz repita la hazaña.

Es tal el interés que, según vas caminando por Cádiz, no puedes más que pensar en lo bonito que nos está quedando el niño. Acá inauguramos la Casa del Carnaval, allí anunciamos el nuevo pabellón Portillo, al otro lado creo parques infantiles. Pero todo ahora, a un mes de las elecciones. Un último intento a la desesperada de repetir los éxitos del pasado.

El problema es que ya nadie cree en la propaganda electoral. De hecho, se ha corrido tanto para inaugurar la Casa del Carnaval que se ha olvidado la idea del museo para crear un centro de interpretación. Algo muy necesario en la ciudad de Cádiz, pero que seguramente termine quedando en el olvido, como otros grandes monumentos de nuestra vieja señora, en cuanto comiencen a fallar las tabletas-guías. Y si ponemos el ejemplo del Portillo casi que entra la risa nerviosa. El viejo pabellón se tiró en tiempos de Teófila Martínez y ya entonces comenzaron los retrasos. Pero que justo ahora coloquen los carteles informativos del nuevo pabellón suena a broma macabra de José María González y los suyos. Pero muestra algo más: muestra miedo.

Ver que el partido en el gobierno se lance a estas campañas publicitarias, en las que solo falta cantar «mamá yo quiero ser alcalde» demuestra nerviosismo. Y es lógico ya que estamos ante una de las elecciones más polarizadas de la capital. El partido en el gobierno, ahora en coalición con IU, ha bebido del personalismo y el carisma de Kichi. Pero el alcalde no se presenta y David no parece alcanzar su grado de aceptación; amén de que va a cobrarse las criticas al alcalde. Frente a ellos un Bruno que ha renovado el PP con profesionales reconocidos, en un intento de romper con el pasado del partido e iniciar la partida casi de cero con rostros amables. En el PSOE, Oscar es templanza y trabajo y se presenta nuevamente como una opción posible después de la larga sequía socialista en la capital.

El resto, de inicio y salvo sorpresas, meros figurantes que pueden arrancar votos a los grandes líderes. Ni Ciudadanos, ni Vox, ni Podemos, ni Beiro, ni Ahora Cádiz aparecen como verdaderos protagonistas. Pero en ocasiones los actores de reparto son capaces de cambiar la historia final. El 28 de mayo veremos el resultado final y comenzaremos la época post-kichi con una ciudad que nos va a quedar muy bonita si se cumplen las promesas. Pero, y esto si lo tengo claro, con un ayuntamiento muy polarizado en el que salvo que el PP logre una mayoría absoluta no volverá a gobernar (y no debería hacerlo si tiene que apoyarse en ciertos individuos); y un David de la Cruz que necesitará de otros muchos para comenzar su mandato.

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