OPINIÓN

«Dicen que pueblo que canta, pueblo que espanta sus males. Por eso a Cádiz le salen los males por la garganta»

Una comparsa que suena y que respira gaditanismo en cada acorde. Una comparsa de toda la vida

Cristina Braza

Cádiz

Si por algo se distingue Cádiz del resto de ciudades es por su alegría y su color, su filosofía de vida y por conseguir que sus alegrías siempre sean más grandes que sus penas. Hoy en día, inmersos en un Carnaval tan digitalizado donde al instante podemos escuchar, a golpe de clic, un repertorio, no podemos dejar de reivindicar el origen y la esencia de las letras carnavalescas.

Desde sus orígenes, al igual que los antiguos juglares de la Edad Media, que se dedicaban a entretener y llevar las noticias al pueblo, en Cádiz siempre se ha salido a las calles a cantar, a cambio de un aplauso, una risa cómplice y sin más premio que unas monedas que brindaba el público. Uno de los componentes del grupo, el postulante, se dedicaba a vender las coplas en forma de libreto y a recoger esas monedas con un colador.

En este Carnaval, Nene Cheza y Zampi nos presentan, Los Colaores, una comparsa de toda la vida, con la que nos transportan a esa época en la que se pasaba el colaor después de cantar una coplilla. Este postulante representa un personaje que ya no existe, un buscavidas al servicio de la agrupación que iba vendiendo sus libretos por las calles de Cádiz. Estos Colaores no quieren dos pesetas, se conforman con cuatro piedras de La Caleta. Tal y como nos relatan al principio del popurrí, se encuentran en un enclave mítico, uno de los barrios más antiguos de la ciudad de Cádiz, casapuerta diecisiete, calle de Santa María.

Indudablemente, esta comparsa ha sido una de las grandes revelaciones del concurso, y no solo ha destacado por su exquisita afinación musical y un repertorio acertado, —como ya ocurriera en el pasado concurso, con Los Veleros, — sino que esta vez, a través de una propuesta sencilla y directa, aunque mucho más carnavalesca y colorida, han sabido escarbar en las raíces de nuestra fiesta para recuperar la figura de este humilde personaje y así dignificar su labor. Una comparsa que suena y que respira gaditanismo en cada acorde. Una comparsa de toda la vida.

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