Si las cifras valían antes, también ahora

Es de celebrar que la Comunidad de Madrid y el Gobierno rebajen el tono y la exposición de sus disputas, como ayer ocurrió en la nueva reunión mantenida entre ambas administraciones. Es un paso importante no solo para la tranquilidad de los ciudadanos, perplejos ante el rifirrafe, sino para que Sanidad deje de sembrar dudas sobre la gestión que realiza el Gobierno de Díaz Ayuso, como la inaceptable puesta en cuestión de los datos que maneja el Ejecutivo autonómico ahora que las cifras reflejan una disminución de las variables de la pandemia. Cuando la curva parecía desbocada, ni Illa ni Simón ponían en duda las nefastas cifras recabadas por la Sanidad madrileña. Si antes valían para cerrar Madrid en contra del criterio de la Comunidad, ahora también deben valer para reconocer los avances y, si esto se mantiene, ir pensando en eliminar restricciones. Ya solo queda que Illa, que ayer dio marcha atrás en sus dudas, informe a la ministra portavoz, que repitió que el Gobierno no cree «coherentes» esas cifras. La lealtad sigue siendo un principio irrenunciable. Por eso es imprescindible que Sánchez detenga su campaña contra Madrid, esa politización nociva que ha venido practicando, basada en aplicarle una vara de medir distinta al resto. ¿Alguien ha escuchado a Illa explayarse sobre Navarra, que presenta peor tasa de nuevos contagios? Y no está el Ejecutivo para reprochar cifra alguna y sugerir que alguien miente, cuando lleva siete meses sin decir a los españoles la verdad sobre el número real de fallecidos, 24.000 más que los que maneja el Gobierno, según avala el conteo de otras instituciones públicas sobre el exceso de mortalidad. Esta tregua deberá aligerar la presión que sufre Ayuso, que si bien se ha quejado con razón de este hostil trato a Madrid debiera no caer en la provocación, que bastante tiene, en el terreno político, con apagar fuegos endógenos.