EDITORIAL

Un gobierno con las manos atadas

A los independentistas no les vale una reforma estatutaria, sino pactar la independencia. Esa fue ayer la amenaza de Puigdemont, un huido de la Justicia de quien depende la gobernabilidad

Votación presidente RTVE ABC

ABC

La precariedad que sus 84 escaños le otorgan al PSOE en el Congreso y el chantaje diario al que someten a Pedro Sánchez sus «socios» de moción de censura va a ser una constante lo que dure la legislatura. El esperpento vivido en las últimas semanas con el proceso de renovación de la cúpula de RTVE continuó ayer con el rechazo por parte de la Cámara Baja de la periodista Rosa María Mateo como administradora única de la corporación. Mateo obtuvo ayer 168 votos favorables frente a los 234 que necesitaba, y en una segunda votación prevista para el viernes necesitará al menos 176. El éxito o fracaso de esta chapucera solución alternativa prevista por Pedro Sánchez a través de un decreto con visos de inconstitucionalidad va a depender del PDECat . Sin embargo, los separatistas catalanes están inmersos a su vez en un convulso proceso de renovación interna y todo dependerá de cuánto eleve el listón Carles Puigdemont , que sigue moviendo desde Alemania los hilos de sus ocho diputados títere. El PDECat ya ha advertido a Sánchez de que sus votos no son gratis, y le ha avisado de un endurecimiento de su coacción parlamentaria si el Gobierno socialista no asume la negociación de un referéndum pactado para la independencia de Cataluña. El PSOE tiene mucho que negociar, pero hacerlo con las manos atadas solo implicará cesiones vergonzantes para disimular su raquítica minoría de escaños.

Mañana será un día crucial para el Gobierno de Sánchez en la medida en que un nuevo fracaso con el vodevil en que se ha convertido la renovación de RTVE puede ser el menor de sus males si el PP confirma definitivamente que vetará la nueva senda de estabilidad presupuestaria, o techo de gasto, con su mayoría absoluta en el Senado. Días atrás, la ministra de Hacienda admitió que «no hay plan B», de modo que difícilmente podrá Sánchez sacar adelante unos Presupuestos generales para 2019. A ello se sumará la presión de Podemos y del nacionalismo vasco para tratar de debilitar la posición del Gobierno socialista. Los chantajes son evidentes y los números no cuadran para un PSOE que ha empezado a mostrar signos de debilidad al admitir públicamente que ya hay un planteamiento teórico para convocar elecciones generales. Pese a todo, el Gobierno ha anunciado su pretensión de presentar en el Congreso un proyecto de Presupuestos, aunque estuviese abocado al fracaso. Será su prueba de fuego para tratar de afianzar la legislatura o, sencillamente, para comprobar cómo el bloqueo le debe empujar a adelantar los comicios. Por más matices que el independentismo quiera introducir en su discurso, no les vale una reforma estatutaria, sino pactar la independencia mediante un referéndum «constitucional». Esa fue ayer la amenaza directa de Puigdemont, un huido de la Justicia española acusado de rebelión, de quien hoy depende la gobernabilidad de España. Ese es el drama.

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