¿Un error de Sánchez?

Lo que ha hecho el presidente es pensar a corto plazo

Pedro García Cuartango

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Mariano Rajoy cometió el error de confiar en el PNV para agotar la legislatura y Pedro Sánchez puede verse obligado a convocar elecciones antes de acabar este año por lo que ha sucedido este fin de semana en Cataluña: el golpe de mano de Puigdemont, que ha logrado hacerse con el control del PDECat, desbancando a la corriente que encabezaba Marta Pascal.

Es sabido que Puigdemont no estaba de acuerdo con apoyar la moción de censura que permitió a Sánchez formar un nuevo Gobierno. El PDECat fue decisivo en esa operación porque dispone de ocho escaños en el Congreso, justamente los necesarios para decantar la mayoría parlamentaria hacia uno u otro lado.

Por tanto, si Sánchez no cede al chantaje que inevitablemente le va a plantear Puigdemont, el PDEC no dudará en alinearse con la oposición para tumbar al Ejecutivo, en una situación de extraordinaria debilidad. No hace falta ser un sutil analista de la política para darse cuenta de que Sánchez se encuentra ante el dilema de asumir las condiciones que le van a imponer Puigdemont y Torra para seguir en el poder o plantar cara a sus exigencias, lo que significa que dejarán de apoyarle y harán caer al Gobierno.

No cabe albergar ninguna duda de que esto es lo que hará Puigdemont, que está convencido de que no hay diferencias sustanciales entre Sánchez y Rajoy sobre la cuestión catalana. Por eso, es previsible que quiera vengarse y nada mejor que la demostración de fuerza que sería derribar al Gobierno y crear una nueva crisis política en el Estado español.

Cada día parece más claro que el líder del PSOE se equivocó al plantear una moción de censura que sólo podía salir adelante con los votos de los independentistas, que siguen siendo esenciales para gobernar. Es cierto que Sánchez ha logrado llegar al poder y eso demuestra su habilidad política. Pero debería haber previsto que sus socios le van a exigir un precio político que no va a poder pagar si no quiere destruir a su partido.

Lo que ha hecho Sánchez es pensar en términos de corto plazo, sin prever que su estrategia le lleva al desastre a medio y largo plazo. Eso es lo que parece y lo que dicta el sentido común, pero es posible que el presidente del Gobierno se hubiera imaginado este escenario hace un par de meses y que pensara que nada tenía que perder.

Siendo maquiavélicos, podemos suponer que Sánchez barajó la posibilidad de que los independentistas derribaran su Ejecutivo y forzasen la convocatoria de unas elecciones generales en las que él podría esgrimir que ha sido víctima de las ansias de venganza de Puigdemont.

Como no me puedo poner en su cabeza, no sé si el presidente del Gobierno ha pecado de ingenuo o es un político con una perspicacia inquietante. No descarto la segunda opción porque ya ha demostrado en el pasado su instinto de supervivencia. Me queda, por tanto, la duda de si estamos ante una persona ávida de alcanzar el poder a toda costa o ante un político que intenta una carambola a tres bandas.

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