Luis Ventoso

Diez meses después

El lamentable período sin Gobierno ha aclarado cosas

Luis Ventoso
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En los bares y el tertulianismo se repite, y con razón, que los diez meses sin Gobierno han sido un disparate. Pero este enorme fracaso colectivo ha servido para dejar algunas cosas claras:

—La vanidosa nueva política era peor que la vieja. Muchachos amateurs, forjados por la televisión, de opiniones veletas y muy pagados de sí mismos, han cumplido lo que prometían. En efecto, han traído algo nuevo: paralizar durante un año un país puntero del primer mundo.

—Podemos y asociados han enseñado su credo: el totalitarismo. Solo son admisibles sus ideas. Las contrarias deben ser refutadas en la calle, coaccionando la libertad de pensamiento ajena. Increíble que hayamos descendido a tal abyección. Con su negativa a respetar el triunfo del más votado, que explicitarán cercando la sede de la soberanía nacional el día de la investidura, confirman que están contra la democracia.

Algo gravísimo, que no se veía en la izquierda parlamentaria desde los días de la República.

—Rivera ha perdido su aura. Lo de apoyar primero a Sánchez y después a Rajoy ha medido la hondura de su propuesta. Las elecciones gallegas y vascas probaron también que el suyo es el partido del Puente Aéreo, solo instalado en el eje Madrid-Barcelona y la tele.

—Sánchez, aunque gastaba porte de galán y era experto en baloncesto, cualidades básicas para un gobernante, resultó un desastre. Ególatra de bajo vuelo intelectual, hundió al PSOE en las urnas y hasta dejó impronta de persona complicada. El problema del PSOE es que todo este tormento ha levantado también dudas sobre las capacidades de la señora Díaz como solución. Hace falta mucho pulso para centrar ese barco a la deriva.

—El PSC es un partido nacionalista más. Una de las causas de la gangrena del PSOE. Increíble que no rompan y salgan con su marca en Cataluña.

—Hemos inventado el Cotilla Regio. El primero fue Revilla, piando cada coma de sus audiencias con el Rey. Pero ahora ya es moda. Hará bien el excelente Felipe VI en guardarse y ser parco. Anteayer, uno de los comentaristas salió pretendiendo que el Monarca aboga por reformar la Constitución, una opinión política, que habría sido insólita en quien debe ser neutral y además es garante de nuestra Carta Magna.

—El síndrome de Raúl: juega feo, dicen que no hace nada, pero al final marca, aunque sea con la chepa. Dar por incinerado al viejo Mariano es un clásico en un país donde según el CIS el político más valorado es ¡Alberto Garzón!, un comunista que quiere liquidar la democracia. Frente a la corrupción del PP, Rajoy ha sido más lento que un interrogatorio de Colombo. También carece de impulso reformista y capacidad de ilusionar al país. Pero la supuesta medianía ha jubilado a Rubalcaba, Sánchez, Mas y Rosa Díez; ha aplacado alguna ambición sinuosa cercana a su propio despacho, y ve a Podemos a la baja y peleado y a Rivera en pleno baño de humildad. El patriotismo elemental, el sentido común y no hacer grandes tonterías son cualidades notables en la España de hoy.

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