Edurne Uriarte

La derecha desmoralizada

Edurne Uriarte
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La derecha está desmoralizada hasta cuando gobierna con mayoría absoluta. Es su estado natural. Si sigue ganando, pero tan sólo con siete puntos de ventaja, le da una depresión. Y si le caen unas cuantas investigaciones por corrupción, se hunde en la más absoluta de las miserias y le entran severas tendencias suicidas. Quizá sea comprensible esto último -lo de la corrupción del PP de Madrid y de Valencia es para una purga, como diría Maroto, y con causa-, pero contrasta vivamente con la chulería y autosuficiencia con la que los líderes de la izquierda, PSOE y Podemos, se pasean cual próximos presidente y vicepresidente del Gobierno de España, con casos de corrupción iguales o peores que los de la derecha.

Es lo que tiene ser de derechas en un país que es como una gala de los Goya todos los días y en todas partes. Con sus artistas e intelectuales en perenne campaña de propaganda a favor de la izquierda, pase lo que pase con esta, aunque esté hasta arriba de corrupción y aunque sean comunistas y chavistas sus líderes. Con un Tinell permanente contra la derecha política, social e intelectual, brutal en las regiones de mayorías nacionalistas, donde la derecha vive desaparecida, acosada, no por la corrupción, sino por el acuerdo permanente y excluyente de la izquierda con los nacionalistas.

Hasta el presidente de los empresarios dice que no le preocupa un gobierno con Podemos

En ese ambiente, hasta Esperanza Aguirre se convierte en referencia de la izquierda, no por su dimisión por el lodazal de Madrid, sino por su enfrentamiento con Rajoy y con el PP y su capacidad para profundizar las tendencias autodestructivas de la derecha. La política que era el azote de la izquierda por su falta de complejos en la defensa de las ideas de derechas, convertida en misil de la izquierda contra el PP. Es lo que tiene vivir en una gala de los Goya donde los líderes de derechas son habitualmente vetados, o admitidos cuando son los suficientemente miedosos, o relegados a las últimas filas si tienen osadía e ideas.

En ese ambiente, hasta el presidente de los empresarios dice que no le preocupa un gobierno con Podemos, algo así como el presidente de una asociación de inmigrantes musulmanes en Francia dando la bienvenida a un gobierno del Frente Nacional. O la de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos mostrando su tranquilidad por la presidencia de Donald Trump. Si hasta los destinatarios más poderosos del odio y exclusión de la extrema izquierda bajan la cabeza, el discurso y los principios ante los planes de sus enemigos para España, como para que la mantenga alta la derecha política e ideológica.

Y todo lo anterior no es capacidad autocrítica de la derecha, que dirían los exquisitos en este punto. No lo digo porque la purga no sea necesaria en el PP, desde luego que sí en el PP de Valencia y en el PP de Madrid. Lo digo porque también tendría que haberse producido la purga en el PSOE de Andalucía y en Podemos de arriba abajo, pero no la piden ni los líderes intelectuales de la derecha, ocupados en la aritmética parlamentaria de la izquierda más que en su ética.

Con el resultado habitual, que a la derecha le hacen la autocrítica los suyos y los demás. Y que millones de votantes se quedan sin referencia política e intelectual porque muchos de sus líderes se desmoralizan hasta cuando ganan. Y son capaces de autodestruirse si con eso logran un pequeño hueco en alguna esquina de esta gala de los Goya que es España.

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