David Gistau

Bocaccio

Habremos de inferir que el concepto de Transición fetén es para Iglesias el que se está aplicando en Caracas

David Gistau

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El surgimiento de Podemos se basó en dos cosas: una atmósfera social predispuesta a aceptar la venida de curanderos vengadores y una narrativa según la cual España no es una democracia europea del siglo XXI –sino una prolongación disfrazada del franquismo– ni lo será mientras no la refunde Podemos con la Transición verdadera. Tarea para la cual ha aceptado la contribución gregaria del PSOE, partido eximido así de la fea catadura de "casta" por extirpar que antes , cuando Podemos no era ni de izquierdas ni de derechas, compartía con el PP.

Antes de que eligieran la senda institucional que tanto los ha frustrado por revelarse una herramienta con más limitaciones y disimulos obligados que la revolucionaria, los líderes de Podemos usaron la condición española de democracia fallida como coartada para alentar lo que ellos llamaron el " empoderamiento " del pueblo. Rotas las urnas, vaciado de contenido y de prestigio representativo el parlamento, el pueblo debía desobedecer, escrachear, rodear el congreso con objeto de tomarlo. España era una dictadura de las élites franquistas con apenas un barniz democrático que justificaba por ello la epifanía violenta de la calle. A estas fechas corresponde la confesión de Pablo Iglesias de cuánto se emocionó con aquellas imágenes del paseo del Prado en las que unos activistas enmascarados propinaban una tremenda paliza a un policía que se había quedado solo durante las algaradas que saludaron la victoria electoral del PP. Como quiera que para entonces Podemos ya se había convertido en el nuevo ecosistema de la "gauche-divine", del "marxismo-rococó", era inevitable recordar la frase del comunista Pasolini acerca de que, durante los choques de mayo del 68, él simpatizaba con los policías porque eran los verdaderos proletarios, mientras que en las trincheras había burgueses jugando a la edad utópica. Truffaut dijo lo mismo. Ambos lo pagaron en campañas de difamación.

Esta reflexión viene inspirada por el crudo cinismo ideológico que destapa en Podemos una observación comparada. En su propaganda, la España actual es un país sin credenciales democráticas contra el cual valen las violencias y las desobediencias. Mientras que la Venezuela constituyente de Maduro es una democracia ejemplar y popular que convierte en golpista a cualquiera que desobedezca o proteste allí, a cualquiera que se "empodere". Por añadidura, y cuando Iglesias define la Transición como una estrategia "lampedusiana" del franquismo, asistido por la traición del comunismo de Carrillo, que sólo la ETA se avivó en identificar como tal, habremos de inferir que su concepto de Transición fetén es el que se está aplicando en Caracas: una Transición que dispara a quemarropa a los "empoderados" en la calle, que allana las cámaras y las magistraturas, y cuyo jefe de Estado dice tener reservadas celdas para los opositores. Queridos rococós, sigan disfrutando del autoengaño en ese Bocaccio mental en el que permanecen acodados .

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