Los Pujol y el silencio del separatismo

La Agencia Tributaria ha informado al juez José de la Mata de un fraude fiscal por importe de 16,6 millones de euros, atribuido a Jordi Pujol Ferrusola, hijo de Jordi Pujol. La cuenta de fraudes imputados al clan Pujol suma y sigue, a la espera de un juicio oral que en algún momento depure responsabilidades con una sentencia definitiva. La historia de los Pujol es la de una familia que aunó poder y negocios en dosis extremas, y la de un silencio político y social a su alrededor sin el cual no habrían extendido semejante red de operaciones lucrativas y aparentemente ilícitas. Está visto que el nacionalismo anestesia la capacidad de reacción moral de las sociedades, muy dispuestas a tolerar altas dosis de corrupción antes que dañar el prestigio de sus líderes y de su causa. Por eso una buena declaración de independencia hubiera sido el mejor escenario para la impunidad de los suyos. Mientras cargan continuamente contra Don Juan Carlos por hechos que ni siquiera están sometidos en España a investigación judicial, los nacionalistas catalanes callan con las andanzas de los Pujol, registradas en un sumario de la Audiencia Nacional. Y ese silencio sigue siendo cómplice de una simbiosis entre corrupción y poder que explica en buena medida la historia del «procés» separatista en Cataluña. Esta doble moral del separatismo, secundada por la izquierda, evidencia la debilidad de su discurso sobre la limpieza de sus principios.

Urge que estos procesos penales sobre los Pujol desemboquen en juicios orales con un banquillo de acusados. Si las investigaciones son complejas, se trocean en piezas separadas, como ha sucedido con la trama Gürtel o los ERE de Andalucía, pero la corrupción política debe ser juzgada con celeridad, cualquiera que sea el partido al que afecte, para dejar claro quiénes sus culpables y sus cómplices.