Hoja roja

Por amor al arte

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Para no engañarle, he de decirle que nunca entendí del todo lo del efecto mariposa; ya sabe, eso de que una mariposa que aletea en Honolulu puede ocasionar un tsunami en la otra punta del mundo. Sin embargo, los que saben de teorías dicen que, en la práctica, está totalmente demostrado y que suele ser demasiado habitual que, dadas unas condiciones iniciales en un determinado sistema, cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una mínima variación en los datos iniciales, acabe dando lugar a complejísimas situaciones y, por añadidura, al caos. Que traducido resulta que por una simple tontería, lo normal es que se forme un lío de tres pares de narices, una auténtica carajera. Usted ya lo sabía, pero eso es el efecto mariposa, no lo olvide.

El ser humano debe ser especialista en esto, en lo de formar líos, quiero decir; y en lo de montar un pollo por una nimiedad. Tenemos esa costumbre, que le vamos a hacer. Somos especialistas en hacer montañas con unos pocos granos de arena, y así nos va. Porque con la que hay formada en el mundo, lo que no es normal es andar peleándose por el número de sirios que le corresponde a cada país, como si fueran lotes de una subasta judicial. Sí, ya lo sé. Usted también ha echado cuentas y no entiende que hayamos pasado de ser el país más pobre de la vieja Europa, con una prima de alto riesgo y con fuertes sospechas de marcarse un griego, a ser el tercer país -por detrás de Alemania y Francia- en el reparto de refugiados. Y también sé que es despreciable hablar de esta manera cuando lo que se están repartiendo no son subvenciones ni ayudas, sino vidas. Pero, ya se lo he dicho, es la especialidad de la casa.

Aprovechadores de afrecho y malgastadores de harina, los llamaba mi abuela. Chomsky -que era más lingüista que mi abuela, aunque no más sabio- lo simplificaba con aquello de la estructura profunda y la estructura superficial, que es en la que solemos quedarnos siempre y la que ocasiona, al final, esos peligrosísimos problemas de entendimiento que nunca sabremos resolver y que suelen acabar en un «donde dije digo, digo Diego» y santas pascuas.

Así estamos. Con la gravísima emergencia social que nos rodea, al borde mismo de la bancarrota, y con un deuda que ni se sabe, media ciudad anda enredada en los gastos que ocasiona la Semana Santa y en quién los debe pagar. Vaya por Dios, nunca mejor dicho. Dice nuestro alcalde que las subvenciones que otorga el municipio al Consejo de Hermandades son excesivas, y que el gasto debe ser revisado. Bien. Cualquier dinero que salga de sus impuestos o de los míos para una finalidad que no sea el estricto gobierno de la ciudad debe ser revisado, y debe estar perfectamente justificado. También dice que ellos no han venido para quitar la Semana Santa, sino para mejorarla, y sobre todo, para mejorarla «imprimiendo un sentido de época». Y es ahí donde me pierdo, la verdad. ¿Qué es aplicar un sentido de época? ¿de qué época se trata?. Ni idea. Por lo visto, lo del sentido de época significa «apretarse un poco el cinturón», pero la verdad, ni Chomsky, ni mi abuela usaron nunca esa terminología que a mí cada día me parece más apasionante.

Imagino que sentido de época es lo que quiso decir la asesora Laura Mingorance cuando hablaba de los «grandes beneficios» económicos que obtiene el Consejo de Hermandades con las salidas procesionales. Será así, porque no se me ocurre quién más puede obtener beneficio económico del festival de las pipas y las sillas de playa -ni los bares, ni los taxis, ni los hoteles, desde luego-. Pero en fin, parece que no debe ser tan difícil hacer sentido de época y reducir gastos. Al menos después de la última reunión mantenida no se ha producido ningún efecto mariposa. Pero hay otra mariposa.

Una mariposa que bate sus alas, sin demasiado ruido, sin ayudas externas y termina provocando un tsunami sin que nos demos cuenta. Por amor al arte.

Por amor al arte se celebró ayer la segunda edición de Barrunto, una actividad cultural diferente a la cultura subvencionada, donde han tenido cabida más de cien artistas que han conseguido, una vez más, recuperar la ilusión de un Cádiz vanguardista, nuevo, festivo, distinto a esa imagen casposa que cada día nos devuelve el espejo de la realidad. Arquitectura, pintura, escultura, poesía, teatro, talento. La plaza Mina convertida en un espacio de creación prodigioso.

Por amor al arte volverán Cádiz Ilustrada y Adip a organizar dos noches blancas, aún con el recuerdo de aquella maravillosa cita de hace un par de años en Santa María y El Pópulo, en la que se puso de manifiesto que no hacen falta grandes subvenciones ni grandes aspavientos para hacer cosas grandes, muy grandes. Esta vez la cita será en la Viña y el Mentidero, el viernes y el sábado próximos; y otra vez podremos asistir al milagro de los panes y los peces. Con qué poco se puede hacer tanto.

Empiezo a entender el efecto mariposa. De una mariposa que fue larva durante mucho tiempo pero que ahora empieza a batir sus alas dispuesta a cambiar el panorama cultural de esta ciudad. Sólo por amor al arte.

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