La historia que esconde el Espíritu del Éxtasis, el símbolo de los Rolls

A lo largo de un siglo la Fliyng Lady a acompañado a los difrerntes modelos de Rolls

Santiago de Garnica

Estamos en el año 1910 y la moda de las mascotas de radiador comienza a extenderse. Algunas eran verdaderas obras de arte como las del vidriero francés Lalique. Pero en otros casos se trataba de figuras de dudoso gusto. Para evitar que estas últimas coronen sus automóviles, Claude Johnson que con el tiempo sería director de Rolls, busca una solución. Y esta le llegará de la mano de John Walter Edward-Scott-Montagu, hijo de uno de los pioneros del automóvil, el primer barón de Montagu of Beaulieu.

Charles Sykes y su hija Josephine

El aristócrata británico, dueño de la revista The Car, y en cuyo círculo de amigos se encontraba Charles Rolls, le presenta a Charles Sykes, un joven escultor del cual es amigo y mecenas. Johnson le pide al artista, autor del trofeo de la Copa Gordon Bennet, concebir una mascota exclusiva para la marca. Sykes ya había esculpido una figura para el Rolls Silver Ghost de Lord Montagu of Beaulieu, bautizada como The Whisperer (El susurro) El escultor, tras un viaje en aquel Rolls, había quedado impresionado por la suavidad con que se desplazaba a alta velocidad.

De ahí que The Wisperer simbolizara la alianza de la velocidad y el silencio a través de la figura de una bella mujer que se lleva un dedo a los labios. La modelo utilizada por Sykes a la hora de crear su escultura no era sino la secretaria y amante de Lord Montagu of Beaulieu; Eleanor Velasco Thornton.

The Wisperer (El Susurro) antecesora de la Flying Lady

El encargo de Claude Johnson

A Claude Johnson le gusta el trabajo realizado por Sykes y le pide que conciba una figura para los Rolls. Amante del arte, Johnson tenía costumbre en sus frecuentes estancias en París de visitar el Museo del Louvre donde nunca faltaba a la cita con la célebre Niké descubierta en la Isla de Samotracia, obra maestra del periodo helenístico. Así cuando realiza el encargo a Charles Sykes, le dice al artista; «quiero algo tan bello como la Victoria de Samotracia. Vaya a verla»

Al fin y al cabo ¿podía haber algo más natural que erigir un acrotera de inspiración griega en la cumbre de un radiador cuyas formas y proporciones se inspiraban en la fachada de un templo griego? Sykes se pone manos a la obra y da vida a una figura, sin duda inspirada en la Victoria de Samotracia, pero cuyo rostro reflejaba los rasgos de Eleanor.

La primera época

Charles Sykes bautiza su estatua como el Spirit of Ecstasy si bien también será conocida como The Flying Lady. Para el escultor la pequeña diosa, con los brazos extendidos y su mirada fijada en el horizonte, era la pura expresión del vivo placer. Exclusivamente fabricadas en el taller del artista desde el año 1911, las mascotas de esa primera época son realizadas según la técnica tradicional de la cera perdida de ahí que no existieran dos iguales. Y cada una de esas figuras estaba firmada en su base ; «Charles Sykes, February 1911», o bien «Feb 6, 1911» o «6.2.11». Esta firma se mantuvo hasta el año 1951.

Otro detalle es el material. De 1911 a 1914 cada Spirit of Ecstasy estaba realizado en plata pero esto suponía un atractivo para los ladrones por lo que hubo que sustituir el noble material por aleaciones con menos linaje.

Su altura original de 17,5 centímetros, se adaptará con el paso del tiempo a cada nuevo modelo de la marca. En el año 1934, Charles Sykes realiza una versión arrodillada de su creación, por encargo de algunos clientes. Esta variante pretende evitar tener que girar un cuarto de vuelta a la Flying Lady para librar la apertura del capó del motor. Pero tras la II Guerra Mundial, la mayoría de los usuarios de la firma británica permanecerán fieles a la figura original.

A lo largo de un siglo la Fliyng Lady a acompañado a los difrerntes modelos de Rolls

Excepciones

Únicamente dos Rolls no han llevado en su origen la legendaria figura de Sykes. Uno fue el primer Phantom IV, destinado a Isabel II, que incorporaba la mascota de las reinas británicas, el San Jorge a caballo derrotando al dragón, obra del artista Edward Seago. Esta mascota es colocada en los Rolls de la flota real cuando son utilizados por la Reina. El segundo caso es otro Phantom IV, en este caso destinado a la princesa Margarita, hermana de la reina, y que llevaba la figura de un Pegaso obra de Louis Lejeune.

Y un caso muy particular. Al propio Henry Royce nunca le entusiasmó la Flying Lady. Incorporada en una ausencia suya de la fábrica por enfermedad, su pragmatismo de ingeniero le llevó a considerar esta figura como un capricho de las modas... Y en los coches que utilizaba para su uso particular, era discretamente retirada por los mecánicos.

Eleanor Thorton y Charles Sykes

Los nuevos tiempos

Más de un siglo después de su creación, este orgulloso símbolo permanece sobre el radiador de los Rolls aunque ya no se fabrique en el taller de Charles y John Sykes. Claro está que en este siglo de vida ha pasado por numerosas vicisitudes. Así en los años 70 del pasado siglo fue prohibida en Suiza por motivos de seguridad. La respuesta llegó con el Silver Spirit, que adoptó por vez primera una figura retráctil para no causar daños en caso de atropello.

Pero Eleanor Velasco Thornton, la inspiradora de esta historia, nunca llegó a a conocer toda la fama de la Flying Lady. En diciembre de 1915 embarca junto a Lord Montagu of Beaulieu en el «SS Persia» rumbo a la India. El día 30, a su paso por Creta, el buque es hundido por un submarino alemán. Eleanor muere ahogada mientras que Lord Montagu tardará varios días en ser rescatado. Cuando el aristócrata regresa a Londres, podrá leer en varios periódicos su propio obituario.

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