Françoise Sagan, la escritora que se jugaba la vida entre Ferraris y Aston Martin

Hoy no escandalizaría con «Bonjour Tristesse» como lo hizo en 1955, pero su concepción del automóvil y la velocidad si se contempla hoy como una provocación

Françoise Sagán en su Jaguar XK 140 por Saint Tropez, acompañada por el director Otto Preminger, que llevaría Bonjour Tristesse a la panatalla

Santiago de Garnica Cortezo

La caída de Dien Bien Phu no será el único elemento que agite a la sociedad francesa en 1954. En los escaparates de las librerías aparece una novela, «Bonjour Tristesse» (Buenos días, tristeza), que rompe muchos esquemas. Es la historia de una adolescente de buena familia capaz de hacer el amor sin estar enamorada, de dar opiniones sobre el sexo muy alejadas de los códigos morales del momento, y de hablar con su padre de los amores de este, con una complicidad inaceptable en la época; el escándalo está servido incluso en la liberal Francia. La misma autora, que solo tiene 19 años, ha de renunciar a que figure su verdadero apellido en la portada, pues su padre no quiere que relacionen a la familia con semejante provocación literaria. Y así Françoise Quoirez permanece en la intimidad mientras salta a la fama Françoise Sagan , un nuevo nombre nacido en las hojas de «En busca del tiempo perdido», de Marcel Proust , pero que no se sabe bien si se identifica con el dandy Boson de Talleyrand-Périgord, príncipe de Sagán, o con la princesa de Sagán.

Françoise Sagan ha nacido en Cajarc, tierra de mosqueteros en la Gascuña francesa, el 21 de junio de 1935. Es la tercera de los hijos de una familia perteneciente a la alta burguesía. Su padre, ingeniero, está al frente de una importante empresa mientras que su madre encaja en el arquetipo de mujer de la alta sociedad, con un estilo de vida, frívolo para algunos, pero en definitiva propio de su estatus y del momento, dedicándose más a las relaciones sociales que al cuidado de sus hijos que deja en manos de una nurse . En la casa se vive una esmerada educación, no se pueden decir palabras malsonantes, ni hablar mal de nadie, y en la mesa está prohibido tratar de política, religión o dinero. Pero el nacimiento de Françoise se ha producido tras la perdida de un anterior bebé, por lo que la nueva niña es una feliz sorpresa para los padres, lo que le permitirá imponer su voluntad sin necesidad de grandes esfuerzos. Es inteligente y a los dos años ya cogía los libros de la biblioteca familiar y simulaba leerlos, pero esa fase pasa rápido, pues pronto aprende a leer y a escribir, y a inventar cuentos de hadas. Incluso escribe una novela de caballería, y al tiempo divierte a los amigos de sus padres con ingeniosos juegos de palabras.

Domina la situación, sabe imponer su voluntad; con solo nueve años conduce de vez en cuando el coche de su padre y logra que la secretaria de este le enseñe a escribir a máquina. La expulsan del colegio «por su poco amor por el esfuerzo», aunque la adolescente, de aspecto andrógino, un garçón manqué , como gusta decir a los franceses, en realidad busca huir de las cuatro paredes en las que su talento se encuentra prisionero, y se lanza a escribir .

El manuscrito de «Bonjour tristesse» es enviado en 1954 al editor Denoël , donde debería haber sido leído por François Nourissier, que sin embargo ni lo abre. Pocos días después, cuando decide echarle un vistazo aconsejado por una amiga, ya es demasiado tarde: Françoise Sagán acaba de firmar con el editor René Julliard , que le paga 50.000 francos, el doble de lo que esperaba la adolescente autora.

Julliard realiza un cuidadoso lanzamiento de la novela. El éxito es inmediato y a las pocas semanas Sagán recibe el prestigioso premio de la Crítica de manos de un jurado en el que figuran nombres como Georges Bataille , Marcel Arland , Maurice Nadeau , Jean Paulhan y Roger Caillois . El premio conlleva un cheque de 100.000 francos. En todas partes se habla del fenómeno Sagan al que el Nobel de literatura François Mauriac define como «pequeño monstruo encantador», mientras que el Vaticano sitúa en su famoso Index, la lista de libros prohibidos, «Bonjour Tristesse», por considerarla un «veneno» para la juventud, una posición que potencia aún más si cabe la promoción de la novela.

Con su segunda obra, «Un certain sourire» (1956), confirmaba su talento. Al relatar la historia de una joven que se enamora de un hombre casado, de edad suficiente como para ser su padre, da muestras por segunda vez de una maestría literaria asombrosa. Se pueden señalar defectos en la concepción de sus personajes y en el desarrollo de la trama, pero no en su magnífico estilo narrativo. A los 20 años, Françoise Sagan goza de una fama que ningún novelista había alcanzado a aquella edad. Y puede hacer realidad algunos de sus sueños, como el automóvil.

Al viento y con los pies descalzos

Ama los coches, sobre todo los roadster , sin techo que coarte la libertad, y ama conducirlos con los pies desnudos, sintiendo en su cuerpo «ese animal que lanzamos despacio al asalto de la ciudad y de sus calles, del campo y sus carreteras; esa máquina lentamente reanimada, cada vez más cómoda consigo misma, lentamente excitada por lo que ve al mismo tiempo que nosotros; las avenidas o los campos, en todo caso superficies lisas, resbaladizas. Deslizantes, en las que poder superarse».

Ya con los derechos de autor de «Bonjour Tristesse» compra un Jaguar XK 120 de ocasión. Con el Jaguar, a través de la Nacional 7, bajará desde París hasta su amada Saint Tropez, y por sus calles se la podrá ver acompañada por el director Otto Preminger , que dirigirá la versión cinematográfica de «Bonjour tristesse» (1958) con Jean Seberg , Deborah Kerr y David Niven como personajes principales.

En 1956 adquiere uno de los tres 36S con motor de ocho cilindros de 233 cv que Amadée Gordini había construido para correr las 24 Horas de Le Mans del 55. Es un verdadero coche de competición, pero el amor por la velocidad de Françoise carece de sentido deportivo; «el gusto por la velocidad no está relacionado con el deporte. Del mismo modo que está relacionado con el juego, el azar, la velocidad se relaciona también con la alegría de vivir y, consecuentemente, con la confusa esperanza de morir que acompaña siempre la alegría de vivir».

Los éxitos literarios le permiten adquirir el famoso Aston Martin en que un 14 de abril de 1957 está a punto de perecer cuando a 160 km/h se encuentra de forma inesperada con una curva y se sale de la carretera. Queda prisionera en el amasijo de hierros en que se ha convertido el bello británico, incluso le administran la extremaunción, pero al final logran sacarla viva de allí. Tardará bastantes meses en recuperase de sus lesiones y los fuertes dolores obligarán a administrarle morfina, una de las causas de la adicción a las drogas que le aompañará toda su vida.

Esto no romperá su afición. Gracias al éxito de La Chamade adquiere en 1965 un Ferrari 250 GT. ...«A 200 kilómetros por hora...la sangre ya no se coagula al nivel del corazón, la sangre salta hasta la punta de las manos, de los pies, de los párpados convertidos en centinelas fatales e inexorables de nuestra propia vida... quien no haya sentido cómo su cuerpo se pone en guardia mientras su mano derecha se alarga para acariciar el cambio de marchas y la izquierda se cierra sobre el volante... Quien no haya experimentado, al entregarse a estas tentativas de supervivencia, el silencio prestigioso y fascinante de una muerte próxima, esa mezcla de rechazo y de provocación, es que no le gusta la velocidad, que no ha amado la vida... o es que jamás ha amado a nadie».

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