Coches con gafe: de la mala suerte del Porsche de James Dean al funesto Gräf und Stift que inició una Guerra Mundial

James Dean o Francisco Fernando de Habsburgo fueron los propietarios de vehículos a los que ha perseguido la mala suerte

Porsche Spyder de James Dean

ABC_motor

Aparte de «gafes» comerciales, que podróamos interpretar como vehículos que pese a sus buenas capacidades y perspectivas resultaron finalmente ser un fracaso comercial , hay otros coches pueden ser considerados como tal por las funestas consecuencias que en muchos casos tuvieron para sus propietarios o conductores.

Uno de los casos más famosos es el del coche con el que se mató James Dean o en el que murieron los Archiduques de Austria, tal y como nos cuenta el escritor José Antonio Roldán.

James Dean estrenó su Porsche Spyder el 21 de septiembre de 1955 y dos días más tarde, al coincidir con Alec Guinness en un restaurante, le enseñó su nueva adquisición. El vidente británico le dijo que coche le parecía «siniestro», y que no debería conducirlo, porque podría acabar muerto en una semana. Y así sucedió. Un gafe que persiguió a este modelo incluso después de la muerte del actor, ya que los restos del coche fueron comprados por George Barris, que lo trasladó a su taller con la intención de reconstruirlo. Pero, al montarlo en una plataforma, el coche se cayó sobre uno de los mecánicos y le rompió las dos piernas. El coche fue desguazado y sus piezas vendidas, provocando de nuevo accidentes y percances en los coches a los que fueron a parar.

El archiduque heredero de Austria Francisco Fernando y su esposa Sofía, el día del atentado junto a su vehículo Charles Trampus

Respecto a la limusina en la que fallecieron los Archiduques de Austria, se trataba de un Gräf und Stift. Durante una visita a Sarajevo Francisco Fernando de Habsburgo fue asesinado, un suceso que desencadenaría la I Guerra Mundial. Tras este percance el vehículo inició su carrera de mala suerte. Primero lo compró un militar bosnio que poco tiempo después murió en un accidente a bordo del vehículo. El siguiente propietario fue un médico yugoslavo, que adquirió el coche y poco después falleció tras volcar. Milagrosamente el coche permaneció intacto. Tiempo después la limusina paso a manos de un coleccionista que se suicidó meses después. Años más tarde lo adquirió un corredor de apuestas que también murió al poco tiempo en un accidente.

Otra leyenda sobre una posible maldición afecta al mismísmo constructor de coches Ettore Bugatti , que jamás se recuperó de la muerte de su hijo, sobre todo porque había soñado con el accidente en el que perdió la vida.

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