BMW

Cena y dos gin-tonic, suficiente para dar positivo en un control de alcoholemia

A menudo, los hábitos cotidianos son incompatibles con la regulación sobre alcohol en sangre para ponerse al volante, aunque no viajemos ebrios

Madrid Actualizado: Guardar
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Mateo y Lola salen a cenar un sábado. Llevan días esperando esa noche y van con ganas de disfrutar de una agradable velada. Para la cena han pedido una buena botella de vino y han tomado una copa: Mateo dos gin-tonic.

Luego se pone al volante y, de camino, encuentran un control de alcoholemia. Le dan el alto. Mateo para y sigue las órdenes del agente de Policía documentación, carné de conducir, sople aquí… Arroja 0,76 mg/l en aire espirado. Se pone nervioso y se siente humillado. Lola le mira con preocupación e incomodidad. Pasados 10 minutos, repite la prueba: ahora son 0,79 mg/l.

Inmovilización del vehículo

El agente le informa que está investigado por un delito contra la seguridad vial, que le requisa el carné y que tendrá que comparecer ante el juez de guardia el lunes por la mañana, en un juicio rápido.

Para marcharse con su vehículo, le hacen la prueba de la alcoholemia a Lola, que arroja 0,40 mg/l en aire espirado. Diez minutos más tarde son 0,38mg/l. No se les permite conducir.

Mateo ha tenido suerte: el policía local que le ha atendido se limita a entregarle la citación para el Juzgado. Pero el coche no se puede mover, salvo que alguien que les recoja (siempre que de resultado negativo en el control de alcoholemia). La Policía inmoviliza el coche con un cepo y deberán llamar a un taxi.

Mañana necesitan el coche porque tenían previsto una salida con el jefe de Lola y su família. Pero Mateo no cae en la cuenta de que ya no tiene carné de conducir porque ha sido requisado hasta que comparezca en el Juzgado.

Finalmente, optan por un taxi, que tarda en llegar. La espera se hace eterna e incómoda, mientras asisten a escenas similares a la suya: algunos conductores más educados que otros, algunos más bebidos que otros... Nuestra pareja se siente extraña y ajena a todo ello: jamás ha cometido un delito; no se parecen a esos conductores que paran ¡Ellos no son delincuentes!

Por la mañana, los planes del domingo se han truncado. Ambos se sienten mal, con remordimientos, piensan en el juicio del lunes, en lo que le puede pasar a Mateo. La Policía les dijo que les designarían un abogado de oficio siempre que cumplieran los requisitos de la justicia gratuita. De lo contrario, tendrían que pagar uno. ¿Cuánto costaría? El presupuesto de las vacaciones empieza a reducirse…

Lola vuelve en taxi al depósito municipal a recoger su vehículo. Allí repite la prueba de alcoholemia, da negativo y, por fin, vuelve a casa en su coche. Mateo se ha quedado con los niños: él ya no puede conducir.

El lunes, tenía un viaje de trabajo importante. Con vergüenza e impotencia, cuenta a su jefe la verdad y le informa de la imposibilidad de acudir a la reunión. Llega al juzgado en autobús.

Multa, retirada de carné y antecedentes penales

El Juzgado está lleno de gente corriendo de aquí para allá, nadie le hace caso, no sabe muy bien dónde tiene que ir, no conoce a su abogado, no lo ha visto nunca ni hablado. El abogado le informa de su nueva condición: investigado o lo que es lo mismo: imputado. Tras cinco horas de trámites, impresos y firmas de documentos, sale de allí con una sentencia firme que le impide conducir por un año y con una pena de multa de 1.500,00€. Lo único que ha alcanzado a preguntar es si la podría pagar a plazos, le han dicho que sí, pero no ha acabado de entender cuándo y dónde debe hacerlo, demasiada información en un día. Su abogado se esfuerza por aclararle conceptos, pero en ese momento, todo es muy confuso.

Vuelve a casa en autobús. Hasta dentro de un año no podrá recoger su carnet de conducir, pero antes deberá hacer un curso de Sensibilización Vial durante dos sábados que cuesta 415,20€.

Más allá de los antecedentes penales

Ahora, Mateo, tiene antecedentes penalesque hasta dentro de 3 años no cancelarán. Aún no sabe que estos pueden saltar en una entrevista de trabajo, que son exigibles para opositar, para trabajos que requieren contacto regular con niños, que paralizan una autorización inicial de residencia o trabajo y que se valoran muy negativamente al renovar o modificar autorizaciones ya existentes, que impiden obtener la nacionalidad, obtener el visado en países fuera de la UE, acceder a determinados colegios profesionales o realizar ciertas actividades en régimen de concesión administrativa o que requieran autorización administrativa.

Transcurrido el año, Mateo ya ha pagado los 1.500 euros de la multa y ha abonado la minuta de su abogado (1.400 euros más IVA). No ha podido llevar a sus hijos al cole ni un día y ha tenido que salir una hora antes de casa para llegar a tiempo al trabajo, mientras que en las salidas familiares ha sido Lola quien ha conducido, sin repartirse horas al volante, junto a otros muchos inconvenientes.

Cada vez que han montado en coche se han cruzado miradas de culpabilidad: amboos bebieron, se subieron al vehículo y ninguno pensó en las consecuencias legales de conducir bebido, entre otras cosas, porque las desconocían.

Su único consuelo es que no provocaron ningún accidente ni nadie resultó herido. Con 50 euros de taxi, esa noche hubieran evitado todos los problemas: económicos, legales y morales. Todos derivados del delito cometido por haber bebido solo un poco de vino y un par de gin-tonic. Una historia que no es precisamente ficticia, sino tristemente cotidiana, como señalan las expertas del despacho Bataller Balaguer.

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