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Los socios del Club de Campo se rebelan contra el Ayuntamiento

La «intromisión» del equipo de Carmena puede provocar una cascada de bajas en la institución deportiva

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«No voy a perder ni mi tiempo ni mi dinero». Así se expresaba ayer P. E. M., socia del Club de Campo. Ve con recelo la «intromisión» del Ayuntamiento de Madrid en la situación económica, social y deportiva de esta institución con 85 años de historia, 30.000 abonados y 300 empleados.

Los ánimos estan revueltos. Siguen los rumores y son pocas las confirmaciones. Ayer, muchos socios dudaban entre «congelar» el pago de sus cuotas (unos 730 euros al año por persona) o, sencillamente, darse de baja. La situación ha llegado a este punto desde que, el pasado mes de julio, el equipo de Manuela Carmena (Ahora Madrid), anunciara su propósito de «racionalizar y diversificar el uso de las instalaciones». Se habló de que Podemos quería que fuera para «todos los madrileños», pero también de que iba a haber una granja para gallinas o una escuela de hostelería.

Lo último: abrirlo a los colegios. Aquí hay dos campos de golf, piscinas y un club hípico.

El Club de Campo es, desde 1985, una sociedad mixta compuesta por el Ayuntamiento (51%), Patrimonio Nacional (24,5) y Real Sociedad Hípica (otro 24,5%). La entidad se mantiene, prácticamente, de los más de 22 millones de euros que aportan los socios con sus cuotas. «El Ayuntamiento no pone ni un euro pero quiere abrirlo al público abaratanto la entrada de los no socios», se queja P. E. M.

«La situación –asegura otra abonada que prefiere omitir su nombre–, especialmente indignante para los mil abonados que han llegado recientemente y que han pagado sus 3.000 euros de cuota de ingreso».

«A mí, todo esto me da mucha rabia. Es el mejor club de España y tiene unas instalaciones muy buenas y bien cuidadas. Un club bien mantenido. Ahora, el Ayuntamiento se quiere hacer el gracioso y quedar bien a costa de todas nuestras cuotas», explica.

«¿Si van a venir niños de colegios madrileños a usar las instalaciones, por qué lo tenemos que pagar nosotros?. Hay visitas guiadas al Museo del Prado y el transporte lo paga el colegio, o los padres...», comentaba ayer otro abonado. «Todo está muy cuidado porque queremos a la institución y nos cuesta dinero. Hay personas con problemas y van a natación o al gimnasio. Eso no es gratis. Las cuotas pagan a buenos profesionales y buenos fisioterapéutas», señala Eugenia, socia también del club madrileño.

Los abonados insitían ayer en que la institución «ya está abierta a la utilización de los niños. No es un club cerrado, pero si vienen colegios habrá que revisar esta posibilidad y que paguen una cuota. No puede ser que un abonado no pueda usar los servicios del club que ellos pagan por estar siendo utilizados por los niños. Y otra cosa: ¿quién paga los desperfectos?. No se cuidan igual las cosas cuando dependen de tu monedero», añade Eugenia.

Los socios también quieren acabar con los «san Benitos que nos han colgado: ni somos un club selecto ni nos sufraga el Ayuntamiento. Tampoco es cierto que aquí no entren las parejas de hecho de los socios. Tienen acceso si están debidamente inscritas».

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