Pedro Zerolo, en primer término, en el pleno del Ayuntamiento de Madrid, presidido por Alberto Ruiz-Gallardón
Pedro Zerolo, en primer término, en el pleno del Ayuntamiento de Madrid, presidido por Alberto Ruiz-Gallardón - chema barroso

Aquellos dos besos que le plantó Pedro Zerolo a Alberto Ruiz-Gallardón

Conocí a Pedro en 2003. Llegaba con entusiasmo y ganas de cambiarlo todo, su especialidad

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«Mis compañeros de la Federal me llaman diferente, distinto, raro». Lo contaba Pedro Zerolo en ABC en el año 2010, con esa sonrisa eterna y la seguridad aplastante de quien está acostumbrado al continuo examen de los demás. Conocí a Pedro en 2003, cuando Trinidad Jiménez le incluyó como número 6 en su lista para el Ayuntamiento de Madrid. Él llegaba cargado de entusiasmo y con ganas de cambiarlo todo. Su especialidad.

Rompedor e iconoclasta, casi logra descolocar al poderoso presidente Ruiz-Gallardón cuando, en la recepción del 2 de mayo de 2003, dinamitó la forzada formalidad del besamanos plantándole al anfitrión dos besos en la cara. Un gesto nada simple: era toda una declaración de principios encaminada a convertir en normal lo que aún era visto como una excepción.

Y Zerolo siguió rompiendo tópicos: casándose con su novio en la Plaza Mayor, peleando por los mayores, los discapacitados, los necesitados de toda condición desde su despacho, confesando, durante un paseo por el Jardín Botánico, el buen recuerdo político que tenía de la labor de su padre como alcalde en La Laguna.

Era un orador apasionado, firme y contundente pese a la dulce cadencia de su acento. y un hombre educado y siempre respetuoso con los adversarios, aunque estuvieran en las antípodas ideológicas. Así lo demostró muchas mañanas de debate en el pleno municipal, ese mismo pleno en el que supimos, en diciembre de 2013, de su grave enfermedad. Que hoy, tras muchos meses de lucha –¿o es que alguien dudaba de que daría también esta batalla?– se lo ha llevado a ese cielo de los ateos que es la memoria de aquellos que le quisieron.

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