Un turista chino en el Palacio Real
Un turista chino en el Palacio Real - Jaime García

El turismo vence el miedo a la crisis

Impulsado por el viajero nacional, hosteleros y profesionales del sector vuelven a respirar tras un arranque de año de récord

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay muchos termómetros para medir el nivel de los bolsillos de los ciudadanos, acogotados por la crisis y las llamadas a la austeridad en estos últimos años de invierno en lo económico. Ahí está, por ejemplo, la lógica «micro» del personal de la marisquería «El Gallego», en la calle Cuchilleros. Es bien sencilla:«Llevamos dos años que apenas salimos de las bravas y el pulpo. Ahora hace meses que se vuelven a pedir percebes y centollos», atestiguan sus camareros, de traje y pajarita, tan a pie de calle. Como Víctor, responsable en Madrid de una red de guías que enseñan gratis ciudades de todo el mundo, y que tiene su propio método empírico para medir el estado de salud del sector.

A este periodista frustrado, pero apasionado de sus «tours» por la ciudad, las cuentas también le empiezan a salir, por mucho que dependan de la propina final.

Y el «culpable» de esta mejoría estaba en casa. «En 2013 la cosa pintaba muy mal, pero el turismo español ha explotado un 300% en estos dos años. Como no tenemos para viajar lejos, optamos por España. Aunque en Madrid seguimos estancados en las 1. 9 noches de media de pernoctaciones», dice este treintañero que suelta una retahíla de datos del Ministerio de Turismo.

Más viajeros en febrero

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), un millón y medio de turistas visitaron Madrid en los dos primeros meses del año, lo que supone más de un 10% de subida respecto a 2014. En febrero, la capital registró su récord de viajeros con 623.268 visitantes, la cifra más alta jamás registrada en este mes, un 6,7% más que hace un año. Y en marzo, la Semana Santa ha hecho colgar el cartel de «completo» en los hoteles de la capital, con una media de ocupación estos días del 95 por ciento. Cifras que refuerzan la teoría de que se ha vencido al miedo de la crisis y, aunque se vaya con tiento, demuestran que el turista vuelve a respirar y, sobre todo, se anima con el consumo.

El buen tiempo y el sol están siendo los grandes aliados de estos días de vacaciones para las terrazas del centro, en las que ayer había que pedir cita previa. En la Plaza Mayor, los precios seguían ajenos al socavón financiero general:3, 50 euros la cerveza (1, 90 euros si se consume dentro). Un señor con acento andaluz le explicaba ayer su mujer la ley básica del mercado. «Ten en cuenta que los ‘guiris’, si vienen dos días, procuran sentarse en la Plaza Mayor a contemplar este Madrid... El precio siempre es bueno si la gente lo paga», fue su razonamiento. Muy cerca de allí, bajando hacia La Latina, una familia española hacía de guía local a una pareja de amigos brasileños. Comerán y cenarán fuera los cuatro días de fiesta. «¿La crisis? Para el desempleado, sí. Para el que mantiene el puesto no tanto... Cuando vas a reservar está casi todo lleno. ¿Qué quiere decir? Pues que nos hemos cansado de quedarnos en casa», aseguraba el padre de familia que acababa de convidar a sus invitados con un chuletón y una botella de Rioja.

«No renunciamos a la alegría de vivir»

Otro camarero de la Plaza Mayor también se abona a la teoría del remonte económico. «Se nota que hemos desabrochado el cinturón algún punto. Ha pasado lo peor», dice, mientras sirve un paella a 15 euros a un matrimonio de Sevilla, que este año ha decidido vivir la Semana Santa en Madrid, para «compararla con la de casa».

«La gente se quita de donde sea con tal de poder salir en los días de vacaciones. No renunciamos a la alegría de vivir, lo llevamos en la sangre», comentaba Víctor, de 33 años y empleado en marketing. De la misma opinión eran Emiliano y Luciana, argentinos de 29 años, que cruzaron el charco para hacer el viaje de su vida por Europa. Cuatro semanas por las capitales del viejo continente, donde rastrearon el origen italiano de sus ancestros. Y en Madrid, estación final del trayecto, persiguieron un deseo culinario: comer «en el restaurante más viejo del mundo». «¡Botín!», les sonrió veloz una de las chicas de gorra amarilla apostada sobre el improvisado mostrador que la oficina de turismo sacó ayer a los pies de Felipe III, en el centro de la Plaza Mayor. «Acá es como en Argentina. Con la crisis la gente en vez de decir ‘no podemos’, ha optado por el ‘nos acomodamos’... Seguimos saliendo, pero con el presupuesto ajustado», concluyó, como si olvidara a qué local se dirigía.

Ver los comentarios