Lienzos de ladrillo: Los artistas del barrio de Canido han convertido ventanas y paredes desnudas en lienzos para realizar interpretaciones contemporáneas y vanguardistas de la obra más conocida del pintor Diego Velázquez
Lienzos de ladrillo: Los artistas del barrio de Canido han convertido ventanas y paredes desnudas en lienzos para realizar interpretaciones contemporáneas y vanguardistas de la obra más conocida del pintor Diego Velázquez - miguel muñiz

Las Meninas más rebeldes

La reinterpretación de «La familia de Felipe IV» de Velázquez ha reinventado Canido, un barrio ferrolano sumido en el abandono

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Nunca pensó la Infanta Margarita de Austria que, cuatro siglos después de que Diego Velázquez retratara su rostro sorprendido al comprobar que el pintor de cámara de su padre, Felipe IV, estaba inmortalizando a su familia en uno de los salones del viejo Alcázar de Madrid, su imagen se perpetuaría y su candidez sería deconstruida por numerosos artistas profesionales y aficionados.

Un lugar visible, y templo de ese culto a la obra de Velázquez, se sitúa en Canido, un barrio deprimido, pero resistente de Ferrol. Las circunstancias propiciaron que la crisis le hiciese perder lustre y que las horas muertas se convirtiesen en fuente de talento para que las paredes más abandonadas se convierten en lienzos para dibujar los retratos más contemporáneos de la Infanta y la recreación más exagerada de una Corte con enanos y bufones que tenían permiso para contestar al Rey a y su familia.

La iniciativa popular permitió que Canido se haya convertido en un lugar de peregrinación artística y sus callejuelas, en una muestra de distintas interpretaciones sobre una obra clásica.

El pintor Eduardo Hermida fue el encargado de hacer brillar la idea no planificada y su «mecenazgo» derivó en una respuesta al deterioro urbanístico en el que se encontraba el barrio. El tiempo ha permitido continuar «con el gesto reivindicativo, pero que se ha consolidado como una acción artística a nivel nacional». Cada año, cuando el final del verano se acerca, más de un centenar de artistas transforman Canido en «el Soho ferrolano y en el espacio bohemio de la ciudad», cuenta Hermida. Además, son la expresión del «inconformismo y la rebelión de un barrio castigado por el abandono». La permanencia de la protesta ha posibilitado que desde 2008 hayan pasado unos 500 artistas.

El recorrido por el barrio tiene un único itinerario guiado por la curiosidad de ver a la Infanta y sus meninas. Todos los pintores acaban convirtiéndola en la absoluta protagonista y el resto de la Familia Real tiene un protagonismo menor. El cabello de la hija del Rey Planeta o incluso sus ropajes hacen función de estandarte para las nuevas ideas. Algunas de las leyendas son recreaciones de poemas de Celso Emilio Ferreiro, e incluso sus vestidos barrocos desaparecen para dejar al descubierto una desnudez desafiante. En «Las Meninas» de Canido coexiste casi todo. Las tapias, fachadas, puertas de garajes o ventanas que ya no ven permiten ver a meninas soñadoras, convertidas en sirenas, amas de casa, e incluso picassianas.

Canido es una muestra de color, de contrastes y de intervenciones artísticas sorprendentes que asaltan al ciudadano mientras realiza sus actividades más cotidianas. Los vecinos se apropian de lo recreado y, de manera consciente, se convierten en guías por unas callejuelas mal trazadas. Desde cualquier terraza es posible deleitarse con reproducciones del cuadro y recibir explicaciones de cómo se lleva a cabo el proceso. Una de las vecinas señala a ABC: «Aquí viene gente de todas las edades, algunos dicen que son pintores famosos, pero nosotros no conocemos a nadie».

Itinerario cultural

Lo cierto es que anualmente, el primer fin de semana de septiembre, ciudadanos de diversa naturaleza y procedencia llegan con sus brochas para hacer arte en la calle. A la par se simultánean otras presencias como danza, música, poesía y conciertos de la música menos canónica para convertir lo alternativo en lo único oficial en un barrio que quiere seguir existiendo. A fuerza de intentarlo lo han conseguido y hoy el barrio ferrolano ya es un referente en los circuitos de arte. Ciudades como la francesa de Barbizon o países como Eslovenia se han interesado por el proyecto y reclaman información de lo que se considera un itinerario cultural.

La oficialidad de los reconocimientos internacionales causa también temor entre los vecinos «más rebeldes». Algunas lugareñas aclaran que «ahora aquí viene todo el mundo y los políticos se pasean, pero hay que tener paciencia porque cuando no había nada no venían tanto y quieren convertirlo en suyo». De alguna forma, la vecindad hace suya la «disidencia» de los artistas que no desean canonizar una intervención «resistente» y cuya finalidad es construir «otro futuro».

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