Milagros Otero, candidata a Valedora do Pobo
Milagros Otero, candidata a Valedora do Pobo - miguel muñiz
Entrevista a Milagros Otero | Candidata a Valedora do Pobo

«El 'y tú más' es muy perjudicial para la imagen de la política»

Sin haber sido votada todavía, la catedrática de Derecho habla para ABC sobre cómo afronta este nuevo desafío

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Con una larga trayectoria profesional a sus espaldas, la catedrática de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela Milagros Otero se enfrenta ahora al reto de ocupar el cargo de Valedor do Pobo. Todavía queda pendiente la votación del Parlamento gallego para su nombramiento, que necesitará un consenso de tres quintas partes de la Cámara, aunque no se prevé que esto sea un impedimento.

—¿Cómo recibió la propuesta para ser la próxima Valedora do Pobo?

—Con alegría, por supuesto, porque es una muy buena propuesta. Pero sobre todo con un gran sentido de responsabilidad. Me parece que es un cargo que entraña mucha responsabilidad en el sentido de que es la persona que debe dar voz a los que tienen poca o no se les escucha.

—Será la primera mujer en el cargo. ¿Para usted es simbólico o no pasa de anécdota?

—Es importante ser la primera mujer en el sentido de que vas abriendo camino, lo que creo es que debería haber habido muchas más antes que yo, porque seguro que muchas habrían podido ocuparlo. El problema del machismo o el feminismo dejará de serlo cuando no haya que analizar si uno es hombre o mujer para desempeñar un puesto de trabajo. Creo que cada labor se debe realizar en base las cualidades profesionales. Cuando seamos capaces de verlo así cambiarán muchas cosas.

—Usted es una estudiosa de los Derechos Humanos, ¿era una meta llegar a un puesto de esta naturaleza?

—Sí, es una figura que siempre me ha interesado. Una de mis principales preocupaciones desde que empecé mis estudios de Derecho, allá por 1978, fue la Justicia y la búsqueda de la misma. En este sentido, la labor del Valedor siempre se encamina hacia este objetivo.

—¿Cree que la sociedad gallega dimensiona adecuadamente esta figura?

—Es algo que se tiene que ir consiguiendo poco a poco mediante el buen hacer de la institución. A su pregunta siempre tendría que responder que no, porque siempre se le puede exigir más y se le debe exigir más. La imagen pública siempre será acorde a cómo se desempeñe su labor.

—¿Y quién es más responsable de darle la importancia que merece? La sociedad o los responsables políticos?

—Ambos. No sería posible sin una de las dos. Cuando una institución se arraiga es porque la sociedad la demanda y la busca y porque el poder político responde ante ella.

—Entrando ya en materia de su trabajo. ¿Cuáles cree que son a día de hoy los mayores problemas de los gallegos?

—Todavía no puedo hablar como Valedora, pero como ciudadana destacaría los derechos sociales, que la crisis ha castigado con dureza, porque se ha tenido que racionalizar mucho el gasto en este campo. Y es lógico que eso suscite controversias, quejas y denuncias. Un tema que durante años ha sido muy importante es el de las preferentes, pero vuelve a ser algo relacionado con los derechos económicos. En Galicia, por sus peculiaridades propias, también hay cuestiones lingüísticas.

.—¿Y qué posición puede tener el Valedor para conseguir estos derechos?

—A favor del Valedor está la inmediatez y la gratuidad. Permite que los procesos sean muy ágiles y accesibles a cualquier ciudadano.

—¿Siguen siendo la sanidad y la educación los dos grandes frentes de actuación?

—Son dos de los más importantes, pero no los únicos. Yo creo que es clave el empleo, y no solo por el derecho al trabajo y la elección de oficio, sino en las condiciones en las que se desempeña. La cuestión central es la dignidad que exige nuestra condición de humanos en el desarrollo personal. Es un problema económico, pero no solo económico.

—La vivienda ha vuelto a la actualidad con las últimas medidas de la Xunta.

—Es que es otro derecho fundamental y una necesidad de las más básicas del ser humano. Creo que las iniciativas encaminadas a garantizar la vivienda de las personas son algo digno de celebrar.

—Algo nuevo en los últimos años ha sido no ya la violencia doméstica, sino cómo se aprovechan las tecnologías para perpetrar nuevas formas de violencia.

—Es un tema muy interesante, porque no es solo en la pareja, sino acoso en los colegios e institutos. La violencia es algo que se corrige con educación. Todos deberíamos ser muy conscientes de ellos y educar en valores como el respeto a los más pequeños, tanto en la escuela como en los hogares. Respeto por las personas y las cosas, los bienes públicos, la manera de pensar o actuar del otro e infinidad de cuestiones más. En cualquier caso, el clima de crispación nunca favorece la marcha correcta de la sociedad.

—El problema de la crispación social también se percibe en el mundo de la política. Se tiende a la dureza en las formas.

—Sí, y es un error. Los políticos, en mayor grado todavía, deberían atender a ese tipo de cuestiones. Aunque hoy la política esté desprestigiada es una labor muy noble, porque es el servicio al pueblo y eso es un honor. Por eso los responsables deben ser conscientes de ello, y comportarse en consecuencia tanto en la forma como en el fondo.

Es un error muy extendido en la sociedad de hoy en día desproteger las cuestiones de forma. Se puede ser duro con cualquiera y mostrar un desacuerdo frontal sin levantar la voz o insultar. Los argumentos ad hominem y el «y tú más» es muy perjudicial para la imagen de la política. La postura propia puede ser mostrada sin dañar.

—¿Entonces los políticos son reflejo de la sociedad o la sociedad se ve influida por ellos?

—Ambas. Debemos verlo desde las dos perspectivas, porque es la forma de mejorarlo. Los políticos son seres humanos que se ven influidos por el entorno que los rodea y, del mismo modo, son el espejo en el que se mira la gente. Cualquier persona con cierto perfil público, hombres de negocios, profesores, médicos y demás tienen más obligación de comportarse con un fondo impecable y una forma exquisita.

—¿Aún no ha empezado su andadura, pero cómo le gustaría ser vista?

—Como una persona muy trabajadora, responsable y con ganas de servir a mi tierra.

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