Tamara Miquel posa para ABC sobre el tapiz del gimnasio Olimpo donde entrena a diario
Tamara Miquel posa para ABC sobre el tapiz del gimnasio Olimpo donde entrena a diario - ROBER SOLSONA
DEPORTE FEMENINO

Tamara Miquel: Profunda conjugación con el taekwondo

La deportista valenciana crece con firmeza y un futuro mayúsculamente prometedor en su arte marcial

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Entro en el tapiz y no me pasa nada por la cabeza. Es como si una nube lo envolviese todo. Miro hacia abajo. Ni siquiera miro a la chica que tengo enfrente. Pero empieza el combate y voy adelante. Es como si todo se difuminara alrededor y solo estuviéramos ella -mi rival- y yo». Tamara Miquel de la Encarnación (Picaña, Valencia, 6/1/1999) da un giro profundo de su ser fuera de un tatami a su proyección sobre el tapiz. Se confiesa tímida. Quizás parece frágil en la conversación. Y no por fondo, que es, pese a su tierna edad, maduro y meridiano en cuanto quién es y qué quiere hacer. Todo cambia cuando pisa su gimnasio en cada entrenamiento o afronta una competición para remarcar ese progresivo crecimiento en el escenario del taekwondo. La praxis de su disciplina la lleva por un modelo tradicional y se muestra explosiva, veloz, incisiva en combate. Ya llama a la puerta de la categoría absoluta con avales como bronces mundiales -en categoría junior en Taipei 2014- o europeos -siendo cadete en Bucarest 2013-.

Tamara, que es deportista de hechos y huye de los castillos en el aire, considera que hasta el momento «no le he dado nada al taekwondo, pero se lo daré». Y cuando advierte esto, le brilla la mirada, quizás escrutando interiormente sus sueños. Como cualquier deportista, claro, los ensueños le llevan hacia lo olímpico. Quizás Tokio.

Con cuatro años aguardaba viendo los entrenamientos de su madre -«a ella se lo debo todo. Mis padres están separados y ella siempre se ha preocupado y me lo ha dado todo, así como mi familia materna»- y su tía. Y a esa tierna edad ya empezó a juguetear por el tapiz. Pero tenía algo. Una esencia llamativa para la práctica del taekwondo. A los seis años, cambió al gimnasio Olimpo, su casa ya para siempre, donde su entrenador, Francisco Martín, ya advirtió que tenía un desplazamiento perfecto. En la primera competición que estuvo, ya supo lo que era ganar un torneo.

El punto de inflexión definitivo para que su deporte pasase a ser algo más fue en 2012: «Fuimos de este gimnasio al campeonato de España y sacamos tres oros, dos platas (una de ellas de Tamara en su categoría) y tres medallas de bronce. Fue una etapa en mi vida que cambió todo y dije que quería más».

Incrementó entonces el número de horas y días de entrenamiento. Y entendió la necesidad de organizar su vida -siempre compaginando los estudios, innegociable para ella, que quiere estudiar arquitectura, y el deporte-, de cuidar la alimentación, los descansos, de decidir en qué peso le convenía competir... Un estilo de vida asumido y que abraza sin condiciones: «El taekwondo lo rodea todo en mi vida. No sería la persona que soy ahora si no lo tuviera. Creo que sería alguien totalmente diferente. Incluso en clase. Cuando se hace alguna referencia al deporte todo el mundo me mira. Si no fuera por el taekwondo, quizás nadie me miraría en este sentido».

Se confiesa pesimista, negativa e incrédula respecto a sí misma y sus posibilidades. «Es algo que estoy trabajando para corregirlo y cambiarlo», subraya. Pero en el tapiz da un giro y trasciende de esa delicadeza a una sana, pero intensa competitividad. «El taekwondo me ha enseñado valores, disciplina, me ha permitido saber organizarme el deporte y los estudios, me ha enseñado a saber estar y comportarme gane o pierda, pues siempre hay que guardar las formas como deportista, me ayuda a ser humilde y también a saber valorar mucho las cosas», dice.

Retos propios por cumplir

Su entrenador es una pieza básica en su crecimiento como deportista y como persona. «Está muy pendiente tanto a nivel psicológico como físico. Hace a veces más cosas como amigo que como entrenador. Me da mucha confianza», cuenta la taekwondista, que además es integrante del equipo del Proyecto FER. En el Olimpo entiende que tiene lo que necesita para crecer. Clave es la figura de su compañera Blanca Palmer -«es muy constante en todo y una persona genial»-. Pese a haber recibido la llamada para ir al CAR de Sant Cugat con la selección española, encuentra en casa, en Sedaví, lo que precisa. «Tengo unos compañeros excepcionales y la posibilidad de prepararme diversos tipos de combate».

Tamara tiene retos marcados: ganar el campeonato de España senior o poder trabajar por llegar a unos Juegos Olímpicos y luchar por las medallas. De esto, para ella, son ejemplos la británica Jade Jones o el recorrido de Brigitte Yagüe -«nos ha dado mucho; le llaman la reina del taekwondo y por algo será»-. La valenciana escribe, en todo, caso, su propia historia.

Ver los comentarios